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viernes, 19 de abril de 2013

Cap. 4.2 (Parte 2)


Entonces, empieza una labor de investigación, deficiente, en mi opinión, porque no encuentran ningún tipo de parientes. A partir de aquí compagino mi labor con venir todas las noches. Me quedo con ella hasta que se duerme en mis brazos cansados tras un duro día de trabajo y entrenamiento. Consigo el carnet de coche y puedo coger el de Anne para venir al hospital, donde no sólo estoy con Lily, sino también con todos los otros niños. Cada uno con una historia diferente, desde una simple caída desafortunada hasta un largo historial de maltratos. En estos siguientes tres meses se murieron siete niños, otros diez entraron, de los cuales aún no han salido otros seis; en total 19 niños enfermos que no volveré a ver por una razón u otra. Intento no pensarlo, pero cuando veo cómo se vacían y llenan de nuevo las camas me destroza el corazón. Lily está mucho mejor, va a ver al psicólogo un par de veces por semana. He aceptado hacerme cargo de ella, como una hermana, en lo que respecta a las decisiones. A Frank le parece bien y muy maduro, pero incómodo. Respecto a Anne, dice que es precioso, pero algún día tendré que irme y dejarla. No sabemos como reaccionaríamos ninguna de las dos.

En el hospital me han comunicado que en un tiempo no podrán seguir haciéndose cargo de mi hermanita, sería un cargo demasiado costoso para el estado, pudiendo estar en una casa de acogida. Me niego en rotundo a que nos separen, he pasado demasiadas noches en vela para esto. Me han dado un presupuesto de cuanto costaría mantenerla en el hospital, pero no puedo hacerme cargo de ningún modo. He pensado adoptarla, pero el FBI no puede intervenir para que esté conmigo durante la misión y nunca se la darían a mis padres. Hay demasiadas condiciones y, aunque yo esté fuera, no podrían hacerse cargo; y menos cuando volviera.

 

El día de antes de irme dejo una sencilla nota a Lily para decirla que en un par de días no podré verla. No podría decírselo a la cara. Paso toda la noche con ella, sin dormir. Algunas veces el hombro se resiente, y una de esas es hoy. Me cuesta sostenerla sin que se caiga, así que la dejo en la cama con delicadeza.

Una vez en casa, lo único digno de mencionar el domingo por la mañana. Voy a la cueva a comunicar mi decisión al grupo y terminar el asunto pendiente con PJ.

Al llegar yodos me reciben con mayor efusividad y emoción que la vez anterior. Noto la ausencia de quien en realidad estoy buscando. Me preguntan cuánto me quedaré y, al comunicarles que me voy esa misma noche me abrazan y me cuentan lo mucho que me echarán de menos. No se por qué estar allí ya no me reconforta como antes. Les sonrío vagamente, charlo un poco con los de siempre y subo a su habitación, quizá esté allí. Fuerzo la nueva cerradura y entro. Me siento una intrusa. Esta habitación lleva descuidada bastante tiempo en relación con antes. La pintura del lobo que tanto me fascinaba está recubierta en mayor parte por una salpicadura de pintura negra. El suelo también está manchado de la misma manera, con un bote a medio derramar. Aunque se limpiase a conciencia seguiría de la misma manera. La otra pared está manchada de manos, puños y pisadas; como si alguien se hubiera peleado contra ella. Incluso en algunos puntos deja ver algo de sangre mezclada con el negro casi inexistente tras los golpes. Me acerco a donde antes se podía ver un imponente lobo blanco con grandes ojos azules iguales a los míos. Acaricio la superficie con la yema de los dedos. Borrando mentalmente la mancha, apoyo la cabeza y pregunto a la sombra de la puerta:

    ¿Qué ha pasado?

    Cuando te fuiste se volvió loco. Incluso nos provocaba para pegarle.

    ¿Por qué?

    Se sentía culpable, supongo. No te dijo lo que pensaba y creía que no volvería a verte.

    Pero le dije que lo llamaría. Que volvería en un tiempo.

    Lo sé.

    ¿Te lo dijo?

    No. Se negaba a hablar del tema, y menos cuando apareció…

    Vale, captado. —Hood me rodea los hombros.

    Dejémoslo en que te conozco. Igual que cuando os vi hablar a Jess y a ti sabía que harías una locura. —Sonrío débilmente— ¿Qué tal va? —señala el hombro.

    A veces me duele. Sobretodo cuando hay cambios. Estoy empezando a pensar que tiene vida propia. —Consigo sacarle una sonrisa y me besa en la sien.

En ese espacio de tiempo oigo ruidos en la habitación de al lado y me pongo alerta. Llevo el pequeño revólver igual que la última vez. Si es un intruso lo lamentará, o por lo menos se llevará un susto. Repaso mentalmente cuántas balas tengo: cinco.

    ¿Qué pasa? —escucho los ruidos que continúan— Baby —insiste.

    Espera aquí.

Salgo de la habitación y cojo la pistola. Quito el seguro y me la engancho en el pantalón, tapándola con la mano.

    No Baby, no entres…ahí. —Completa la frase cuando es demasiado tarde.

No me hacen falta más de dos segundos para recordar esa imagen durante bastante tiempo en mi vida. Tampoco me hace falta ver sus caras; con el pelo de ella, zanahoria y rizado, y la espalda de él, me es más que suficiente.

Cierro con un portazo e intento huir, pero Hood me agarra del brazo y me caigo en uno de los primeros escalones. «Contrólate» me repito una y otra vez, pero algunas lágrimas se escapan por las mejillas. Rechazo el abrazo de Hood, no he debido hacerlo, lo sé. Él solo quiere ayudar, pero es demasiado. Definitivamente esto es mi pasado, y ahora debo centrarme en el presente y el futuro. Cada cual más incierto y, posiblemente el segundo, inexistente. Todo depende de cómo juegue mis cartas.

Un grito de reproche me saca de mis pensamientos.

1 comentario:

  1. Holi, soy @TwoLionsOneBow ^^ Y... OOOOOMMMMGGGGGG PLEASE, NECESITO SEGUIR LEYENDO. LO NECESIIIITOOOOOO O.O

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