Al principio es muy duro, se me llenaba la
cabeza de información que al día siguiente olvidaba. Poco a poco, me voy
acostumbrando y, por mis buenos progresos, me permiten pasar un par de días en
casa con la compañía de Frank.
El cambio de imagen no fue menos extraño, he tenido que
empezar a usar ropa ajustada, pantalones más cortos de lo que jamás me
imaginaría que iba a usar y el pelo, reconozco que esto sí me gustó. Llevo
extensiones hasta la mitad de la espalda, exactamente iguales a mi pelo
natural.
El reencuentro con mis padres es algo incómodo, pero a los
pocos minutos se convierte en totalmente emotivo, lleno de besos y abrazos.
Comemos todos juntos y me voy al Skate Park para ver al grupo tras coger la
chaqueta.
Al llegar no me reconocen, pues empiezan a echarme todo tipo
de piropos. Subidos de tono sobre todo. A medida que me voy acercando me miran
más fijamente; hasta que Jess me reconoce y corre hacia mí a abrazarme.
— ¡Baby!
— Hola
—tan solo llego a decir eso antes de que se me echen encima, excepto algunos
pocos que vienen algo más rezagados, Hood que estaba en el tubo y PJ. Tiene a
una pelirroja agarrándole del brazo, no es del barrio. Él tampoco hace ademán
de acercarse, tan solo se queda observándome.
— Baby,
vaya estás… —Hood no sabe qué decir.
— ¡Buenísima!
—completa Bells guiñándome un ojo.
— Iba
a decir rara.
— Prefiero
lo otro —me río.
— Si
no estuviese con Emma no te me escaparías. —le sonrío sinceramente y, ya
calmados, pregunto a Jess, más apartadas.
— ¿Quién
es esa? —señalo con la cabeza a la pelirroja.
— Amber
—me mira un momento, sabe que no me basta con eso— llegó al poco de irte.
— ¿Qué
hace aquí?
— Las
cosas han cambiado. Sé que ha pasado poco tiempo pero... —suspira— Jonathan, el
que hizo que te expulsaran, ha montado una banda. Se han unido casi todos los
del barrio. Ya no es lo mismo, se están pasando, roban, asustan, incluso se nos
ponen chulos.
— ¿Y
eso qué tiene que ver con la tipa esa? —reconozco que no me sientan bien los
celos.
— Llegamos
justo a tiempo. “Blood of Steel”, como se hacen llamar, la tenían en un
callejón. Oscuro. —remarca— La ayudamos y desde entonces no se ha separado de
PJ ni un segundo.
— Pero
no es de los nuestros. No lleva cazadora, ni siquiera número.
— Como
si lo fuera. Está con nosotros siempre. B&S nos está amenazando —nos
quedamos un rato en silencio y añade en un murmullo—. Esta noche se acabará
todo. Lucha de navajas, una de aguante—consiste en atarse de las muñecas con el
contrario y el que aguante más gana. Es la más peligrosa de todas—. PJ contra
el mejor de los suyos. El que gane se queda el barrio, el que pierda... bueno,
se disuelve.
— Ni
hablar —me levanto y hablo al grupo— ¡Ey! ¡PJ se libra, esta noche me la pido!
—le siguen una serie de quejas.
— Deja
tus jueguecitos, esto es serio.
— Soy
la mejor —replico.
— Antes.
— Ahora
pareces una niña pija. Seguro que no has cogido la navaja desde que te fuiste.
— Pero
sigo siendo de vosotros.
— ¡Callaos!
Baby no luchará — sentencia PJ.
— ¿Por
qué?
— Porque
yo lo digo. No voy a ver cómo te revientan. Al menos hoy.
— No
me va a pasar nada.
— Yo
mando, yo lucho.
— ¿Alguna
vez escuchas algo que no sea el sonido de tu propia voz? —le grito.
— A
mí no me levantes la voz —me responde de igual manera.
— Lo
hago si quiero. Ya soy mayorcita. —los juegos de miradas cariñosos y burlones
han dado paso a unos hostiles e, incluso, de rencor.
— ¡Separaos!
—Hood se pone en medio y nos empuja a cada uno a un lado.
— ¿Por
qué? Ella quiere luchar, dejadla. Si es capaz de poner todo esto en peligro por
un capricho de niña, que lo haga. Tranquila, no lloraremos demasiado tu muerte
—Amber, cariñosa y diplomática. Tal como aparenta.
— Mira
niña, si alguien tiene que morir aquí esa eres tú. Ni siquiera eres de
nosotros. Uno no entra por pegarse a alguien
— Alice
—PJ me regaña, pero lo ignoro.
— Por
lo menos yo no salí huyendo cuando más lo necesitábamos.
— No
te incluyas en el grupo —me estoy poniendo roja de ira— No tienes ningún
derecho a decir nada de mí. Si me fui fue precisamente por el bien de todos.
— Ya
basta Alice —PJ me lanza contra Hood, que me coge de los hombros firmemente. Me
revuelvo sin resultado. Amber se acerca y me susurra al oído.
— No
me he juntado. Él viene todas las noches a mi casa para… divertirnos un poco.
¿Pero qué vas a saber tú? Tan solo eres una niña tonta. Nunca se fijaría en ti.
Sabe que existes porque se ríe de las tonterías que le dices en los mensajes
que le dejas —intento gritarla todo tipo de cosas, pero Hood me abraza con el
doble de fuerza para que no me suelte y Jess me tapa la boca. Sigo
retorciéndome, necesito desahogarme de alguna manera.
— Déjame,
ya está —me libero de Jess y Hood afloja su abrazo. Me dirijo a todos—. Esta
noche yo lucharé, me da igual lo que me digáis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario