Después
de aquello, consigo esquivar el verdadero motivo por el que me reuniré con
Coleman y acordamos un plan para mañana. Él me acompañará allí, pero no va a
entrar hasta que yo se lo indique. Prefiero controlar yo primero la situación.
Amy se fue a comunicar las noticias
a comisaría hace rato, cuando Alex y yo salimos de la cafetería y se lo indiqué
sin palabras. Hemos estado por la playa, paseando entre el gentío que camuflaba
nuestras voces y las hacía pasar desapercibidas, hablando de todo y nada a la
vez. Lleva la camisa abierta hasta la mitad del pecho y remangada por los
codos, y los pantalones por la mitad de las espinillas, mientras que yo llevo
ropa más acorde con el clima; me he cambiado con la ropa que llevaba en el
coche antes de que mi compañera se fuera. Esté bien o mal, disfruto el momento
de tranquilidad, ambos cogidos de la mano, arrancando sonrisas al otro. Parece
que el miedo que ha debido pasar por mí le ha hecho tomar la decisión de seguir
adelante conmigo, y no sólo eso, sino que siento que su seguridad hacia ello no
es cosa de un día, sino que estaba seguro mucho antes. Suerte para mí, ya que
me temo que yo siento lo mismo. Mi 'detonante' ha sido hace un rato, cuando
Smirnov me ha agarrado y me he dado cuenta de lo incorrecto que parecía, por
mucho trabajo que fuera. Necesitaba sentirle a él a mi lado para limpiar lo que
el ruso había dejado, para que me sintiera de nuevo respetada y...bueno, amada.
Y ahora, con él a mi lado, es como si todo se hubiera calmado, como si no hubiera
pasado jamás nada entre nosotros que nos ha separado y enfrentado. La
naturalidad que aparentamos es incluso dolorosa, sé lo que tengo que hacer,
pero...
Todo lo bueno se acaba. El teléfono
suena y tengo que cogerlo, prácticamente estoy obligada a ello, no es que sea
una cláusula en el contrato, aunque infringir conllevaría menos consecuencias
que ignorar a mi compañera.
¾
Al, tienes que venir a la comisaría principal
cuanto antes —reconozco la voz de Amy.
¾
¿Para?
¾
Mejor en persona. Ven lo más rápido que puedas
—cuelga antes de que pueda decir nada.
¾
¿Quién era? —Alex me mira con curiosidad.
¾
Policía —levanto la mirada, improvisando—.
Quieren que vaya a comisaría.
¾
¿Para qué?
¾
No me lo han dicho.
¾
Entonces no vayas, es una trampa —me agarra por
el brazo.
¾
No he hecho nada malo.
¾
No he dicho que sea para ti. Han podido
encontrar pruebas contra mí y utilizarte como rehén, como trato a cambio de
confesar.
¾
¿Te entregarías por mí?
¾
Mataría con mis propias manos a quien te pusiera
un dedo encima —esquiva la verdadera respuesta y le desafío a o hacerlo con la
mirada—. Vamos, te llevaré.
Se baja las mangas y las perneras y me
saca de la playa empujándome por la base de la espalda. Hay un coche negro
esperándonos, como siempre, para llevarnos a donde él le pida. Le indico la
comisaría que me ha indicado Amy y nos ponemos en camino en silencio. No quiero
obligarle a responder, por mucho que desee oír la verdad. ¿Sería capaz de dejar
todo por mí? Lo dudo mucho, y me duele reconocerlo, pero he llegado a pensar en
bastantes ocasiones, más de las que me gustaría, que yo sí podría haberlo
hecho, podría haberme ido con él, traicionar a la policía. Sin embargo, ahora,
no lo veo tan claro. Cada uno tiene sus intereses, y aunque en cierto momento
lleguen a ser los mismos, rápidamente toman sus caminos respectivos. Además,
apenas nos habrán visto juntos un par de ocasiones, no tiene lógica que le
tendieran una trampa así. A no ser que él me haya colocado en una
posición...privilegiada y comprometida de cara a sus hombres. Quizá por eso
temía en el tiroteo, cuando ha descubierto que había un topo. Personalmente, me
siento algo inútil. Se supone que era yo quien debía averiguar eso, quien
debía, incluso, sobornar a ese topo para que nos ayudara a nosotros. Hasta
ahora, todo lo que he hecho ha sido andar de un lado a otro, provocando
problemas y sin trabajar en serio. Debo centrarme de una vez en la misión, por
difícil que sea con él a mi lado, intentando cogerme la mano que rechazo con
disimulo. No estoy de humor para cariños, no cuando ha dudado tanto en
responder. O así estaría Du'Fromagge, al menos. Le veo formar una mueca, no
obstante, consigo ignorarle sin problemas.
No me sorprende que tenga un coche esperando,
pero sí quién está: Paul, apoyado en la puerta del conductor mirando el móvil.
Me detengo súbitamente, y cuando Alex me pregunta qué ocurre, el joven se da la
vuelta y me ofrece una pícara sonrisa.
¾ Hola,
extranjera.
¾ ¿Qué
hace él aquí? ¿Sabes lo que me hizo?
¾ Sí,
Alice, lo sé. Hizo lo necesario para calmarte, y convencerme de no sacarte del
Estado.
¾ Alucino
—comienzo a andar en dirección contraria, pero me retiene por el brazo.
¾ Pensaba
que lo mejor para ti era alejarte de esto, ya lo hemos hablado.
¾ De
nada, por cierto —Paul interviene y le fulmino con la mirada.
¾ Paulie
es mi protegido, Al —susurra—. Tengo que cuidar de él, y es el único en quien
confío para protegerte a ti. Por favor, entra en el coche.
Cedo refunfuñando y entro sin permitir
que me toque. No sé si enfadarme por permitir que ese tipo me inyectara droga o
alegrarme por la confesión que ha hecho. Desde luego eso sí que son buenas
noticias, y en un fogonazo ya sé de qué me sonaba la primera vez: él salía en
algunas fotografías con Alexander, era el chico del que nadie sabía nada. Y a
decir verdad, yo debería aprovecharme de mi posición e intentar sacarle
información, quizá incluso pueda manipularle lo suficiente para ponerle de mi
lado, aunque sé que lo tengo muy difícil. Parece estar muy unido al capo, y
necesito saber su historia para poder hacerlo bien. Anoto todo mentalmente para
hablarlo con Amy, que seguro se pondrá contenta por el repentino avance.
Supongo que esto, aunque no sea por méritos propios, le da un empujón a la
investigación y compensa mi anterior inactividad.
Oigo al chico decir «Qué genio» cuando
cierro de un portazo y por suerte ninguno habla durante el trayecto, sólo lo
justo para indicarle la dirección a la que debe llevarme. Por si fuera poco,
necesito encontrar una excusa para aparecer aquí, porque no podía simplemente
desaparecer esperando que no me fuera a seguir. Al menos he ganado algo de
tiempo e incluso confianza, si ve que no hay repercusiones a corto plazo de mi
visita.
Bajo del coche, aparcado en la misma
puerta de la comisaría, y me dirijo a la entrada, sin embargo, me agarra por la
muñeca izquierda, justo por la mitad de la cicatriz; no me suelta ni siquiera
cuando se da cuenta de ella. Clava sus ojos en los míos, creando una especie de
burbuja que nos rodea y que no puedo explotar, aunque no estoy segura de estar
intentándolo.
¾ Ten
cuidado.
¾ ¿Con
ellos o contigo? No pienso decir nada, si eso es lo que te preocupa.
¾ Alice,
yo...
¾ ¿Qué?
Ambos sabemos que es lo único que te interesa. Salvar tus espaldas.
¾ ¿A
qué viene esto? —protesta, haciéndome daño en el brazo— ¿Es por lo de antes?
¾ Averígualo
—me deshago de él con un tirón del brazo y comienzo a andar.
¾ ¡Alice!
—intenta seguirme, pero se para en seco cuando me oye.
¾ ¿Estás
seguro que quieres entrar conmigo? Eso me temía.
Amy me está esperando un par de pasos
más allá, mirando a través de las puertas de cristal. Sabe con quién he venido,
y aunque no quiero oírla, aún así, no va a callarse.
¾ ¿Qué
haces con él aquí? ¿Es que no sabes...?
¾ No
podía escaquearme. Te traigo información importante, de todos modos, y se me
está ocurriendo algo —añado en un murmullo, siguiendo la idea que me ha saltado
en la mente y enlazando poco a poco cosas con sentido.
¾ Luego
hablamos de eso —dice con cautela—. Ven conmigo.
Está intentando pensar qué he podido
descubrir en tan poco tiempo que tenga ese nivel de importancia, por la manera
que me mira e intenta sonsacármelo mientras me guía por la comisaría. Respondo
con una ligera sonrisa que se me borra en cuanto entro en la sala que ella
quería. Tiene una pantalla enorme con fotografías del club, una mesa que ocupa
toda su longitud, y sillas para llenarla, no obstante, los hombres se
encuentran sentados en la mesa o de pie alrededor de la pantalla. Se giran para
mirarme un instante y otro después comienza la reunión. Al menos para ellos,
porque yo estaba tan distraída con mis asuntos que me cuesta bastante
concentrarme en lo que ocurre y analizarlo todo. Parecen gente del FBI, por el
traje, sin embargo, pueden ser simples detectives, aunque lo dudo. Primero
escuchan el resumen de la situación por boca del que parece estar al mando y de
mí, dándoles todo los detalles que puedo sobre el burdel —me sorprende cómo Amy
ha conseguido reunirlos tan deprisa—; después hay una ronda de preguntas
seguida por otra de sugerencias que vamos corrigiendo hasta conseguir un plan
aceptable. No tardo demasiado en convencerles de los puntos clave que quiero
que sean a mi manera, y como mi papel es sencillo y sólo tenía que informarles
correctamente de lo que he visto, termino mucho más pronto que el resto. Ellos,
incluida Amy, se quedan para organizarse una vez que todos estén dentro, pero
como esa es la parte que no me incumbe, decido salir de allí y no levantar más
sospechas para Alexander.
Su coche sigue donde le dejé, sin
embargo, él no está en el mismo lugar, de hecho no hay nadie, ni siquiera el estúpido
conductor. Miro alrededor, pero no hay nadie que conozca. Supongo que quizá es
mejor así, cada uno por su lado hasta mañana cuando tengamos que ir al burdel
clandestino. Tampoco es que haya nada que planear, sólo decirle que me deje actuar
y que debe controlarse, algo que dudo que consiga, pero al menos debe
intentarlo. No creo que soporte ver cómo me toca Smirnov, yo también tengo que
prepararme a mí misma para ello, va a ser de todo menos agradable; y, ya que
estamos, también necesito algo de tiempo para poner en orden mis pensamientos.
Nunca dijo que me quisiera, no tiene sentido que me ofenda o siquiera que me
afecte de cualquier manera. Cada uno tiene su mundo y por mucho que nos guste
estar juntos o que lo disfrutemos, acabaremos volviendo a donde pertenecemos:
él a la cárcel, y yo...
Bajo la cabeza y comienzo a andar
hacia la casa donde vivo, no está muy lejos de aquí y un buen paseo no me
vendrá mal. No obstante, al poco de moverme, me agarran por los hombros y me
levantan la cabeza por la barbilla. Reconozco el olor, y cada forma de su
cuerpo, los cortes que le da el traje y la manera de moldearle. Lleva, como
siempre, su corbata y americana. Al parecer ha tenido el tiempo suficiente para
cambiarse, por lo que su casa no debe estar demasiado lejos. Eso descarta
algunas localizaciones que tenía en mente, tengo que añadir eso a la lista de
cosas que tengo que decirle a Amy. Con un suspiro de cansancio, cedo ante él y
posa sus labios en los míos. Debo reconocer, y odio, que me gusta demasiado.
Puede ser extremadamente dulce cuando quiere, y por suerte conozco esa faceta
de él bastante bien; mejor que nadie me atrevería a decir. No profundiza el
beso, lo deja en un lugar el cual ambos extrañamos: donde la inocencia de la
juventud era superior a nosotros, donde planeábamos pasar una noche juntos
durante semanas, donde pasear de la mano era tan importante como para quitarnos
el aliento. Apoyo la frente en su pecho cuando él susurra, no quiero oírle,
sólo refugiarme en los momentos así.
¾ Lo
siento.
«Lo sé» querría decirle, pero no sería
ni apropiado ni lo que de verdad siento. Por el contrario, hay una manera de
hacer ambas cosas.
Alzo la mirada y sus ojos me atrapan
unos instantes, me dan cierta seguridad que parece una locura aceptar, pero que
también lo sería rechazar. Respiro hondo cuando me acaricia y coloca su mano en
mi nuca. Con la otra mano, me coge la mía y la aprieta.
¾ No
estás bien, Alice, dime qué ocurre. ¿Es por algo que ha pasado en la comisaría?
—asiento con la cabeza, bajando la mirada de nuevo— ¿Puedo ayudar? —lo que se
me había ocurrido antes comienza a tomar forma y me arriesgo a decirlo.
¾ Sólo...Por
favor, dime que no tienes nada que ver con Nathan Aldrich.
¾ ¿Nate?
—pregunta extrañado— Éramos amigos en el instituto hasta que tuve que huir por
lo de mi padre. Pero eso ya lo sabías —me mira con recelo, no sabe a dónde
quiero ir a parar, y a decir verdad yo tampoco estoy segura.
¾ ¿Y
Adam Lawler, nuestro antiguo profesor?
¾ No
entiendo nada, Al.
¾ ¿Desde
hace cuánto que les veías? —me separo un paso.
¾ Desde
el instituto, ya lo sabes —parece irritarse—. Explícamelo ya.
¾ Ambos
han aparecido muertos. Al viejo estilo, ya me entiendes.
¾ ¿Al
de mi padre?
¾ ¿No
es el tuyo? —me extraño, aunque confirma mis sospechas.
¾ No,
claro que no. Mi padre era...demasiado sangriento para mi gusto. ¿Y qué tienes
que ver tú en eso?
¾ Aparecieron
cuando llegué aquí. Querían preguntarme si sabía algo, por conocerles y por las
técnicas que usaron. Me han dicho que tenga cuidado.
¾ ¿Saben
que estás conmigo?
¾ Ni
idea. ¿Eso es todo lo que te preocupa? ¿Que se sepa?
¾ Por
supuesto que no. Voy a ponerte seguridad, y a aumentar la mía. A parte de hacer
que investiguen eso. Si hay alguien en mi territorio que pretende hacerse pasar
por mí, y de una manera tan desagradable y ofensiva, lo pagará. Sobre todo si
asesinan a un viejo amigo.
¾ ¿Y
Adam?
¾ Adam...No
le apreciaba, precisamente, pero tú sí, y eso le hacía intocable. Encontraré al
culpable, no te preocupes.
Me deja en nuestro punto de encuentro
del paseo marítimo con un beso antes de irse. Sentados en un banco, fingiendo
de nuevo ser una pareja normal, hemos acordado un plan sencillo para mañana, no
sin discutir, por supuesto. En eso sí que somos una pareja normal, pues las
discusiones están a la orden del día, aunque son comprensibles. Él quiere
protegerme, y yo necesito espacio para poder actuar sin ponerle más en peligro
de lo que ya hago por costumbre y trabajo. Una vez más, la pregunta del
detector de mentiras del primer día en la Agencia retumba en mi cabeza: ¿Puedes
separar la vida profesional de la personal? Aún me río al recordarlo. Por
supuesto que respondí que podría, pero lo mejor fue la cara del que tenía el
ordenador cuando, después de responder que sí llegué a enamorarme de mi primer
objetivo, el ordenador dio pruebas inconclusas al decir que no seguía sintiendo
lo mismo. En ese momento, me enfadé conmigo misma, pero supongo que fue el
destino. Si me lo preguntaran hoy, estoy segura de que podría engañar al
polígrafo sin problemas.
Amy me espera en casa con la cena
hecha y todo preparado para mañana, a excepción de los detalles que he
comentado yo con Alex hace diez minutos escasos. Los turnos que nos pusimos
para hacer las tareas me los estoy saltando últimamente, aunque parece que a
ella no le importa cocinar. Además, eso significa que está más tiempo sola en
casa, lo que puede ser muy útil.
¾ Le
necesitamos —argumento cuando se niega a que él participe.
¾ Es
uno de ellos, Al, por mucho que quieras hacerlo ver mejor.
¾ No
quiero... —intento rebatir, pero quizá tenga razón—. Precisamente por eso.
Smirnov piensa que es su socio, en vez de Coleman, así que quiero descubrir al
traidor, pillarle in fraganti.
¾ Un
momento, ¿has dicho 'traidor'?
¾ Eso
creo —mascullo.
¾ Espero
que sepas en qué bando juegas.
¾ Ahora
es el mismo: atrapar a Kyril Smirnov y a Sean
Coleman.
¾ ¿Y
cuando haya pasado eso? ¿Serás Du' Fromagge o Sanders?
¾ Sólo
Alice —la desafío con la mirada; me duele que dude de mí—. Alex está dentro, te
guste o no.
Me levanto de la mesa y me voy. Tan
sencillo como eso. No soporto que me pongan en duda, por mucha razón que tenga,
pero no tiene ni idea de lo que está suponiendo para mí estar con él sabiendo
que le voy a traicionar, que cada palabra que sale por mi boca es una mentira o
está basada en una. Está siendo duro para todos, y parece que la culpa sólo
recae en mí, bien por ser quien da la cara o por tener que jugar a dos bandas,
porque yo jamás quise eso, fueron ellos quienes me obligaron.
En mi habitación, comienzo a repasar
los casos, a leer los informes una y otra vez, anotando cualquier detalle. Es
algo que me relaja, me ayuda a mantener la mente ocupada, y me recuerda a
cuando todo era tan sencillo como coger a un asesino y cambiar de caso. Pero
supongo que jamás lo fue. He perdido la cuenta de la cantidad de veces que he
hecho lo mismo, todo está guardado en el doble fondo de mi armario, pero
siempre es distinto, siempre me falta algún detalle o veo otro que en un
principio parece vital, pero que analizado fríamente, sin conjeturas, no tiene
ningún valor. Aun así, lo tengo archivado todo junto por si podría serme útil
en cualquier momento.
Amy llama a mi puerta después de un
buen rato.
¾ ¿Puedo?
—dice, tímidamente.
¾ Supongo
—se queda de pie, frente a mí.
¾ Siento
lo de antes.
¾ Está
bien —suspiro—, déjalo. Mañana... Puedo hacerlo todo sin que nadie se de
cuenta. Alex no sabrá que las autoridades están en ello, ni la Agencia que él
está.
¾ Sabes
que ese no es problema.
¾ Para
mí no hay problemas. Sé que confía en mí, pero esto ayudará. No quiero que su
propia gente me ataque, ¿entiendes?
¾ Si
tanto te quiere lo impediría.
¾ Si
llegara a enterarse, por supuesto.
¾ ¿Qué
quieres decir?
¾ Él
no tiene nada que ver con los asesinatos; ni de las chicas, ni de mis antiguos
conocidos. Le conozco lo suficiente para ver cuándo me miente, y no sabía de lo
que estaba hablando. Es el estilo de su padre, pero no ha sido él quien lo ha
ordenado. No tenemos pruebas concluyentes, pero mi intuición nunca me falla, y
estoy segura de que ha sido alguno de sus subordinados. Sólo me queda un móvil
creíble y una relación.
¾ Le
amas —ella concluye.
¾ No
es eso, es...
¾ Sí
que es eso, siempre lo es. Te empeñas en algo y no paras hasta conseguirlo. No
es su estilo, en eso tienes razón, pero aun así...
¾ Es
difícil, lo sé. Todas las chicas se acostaron con él antes de morir —comienzo a
pensar y mi amiga se sienta a mi lado—, pero por las mañanas sale a correr, no
pudo dejar los cadáveres sin llamar la atención.
¾ Tiene
a gente para que lo haga.
¾ Vale,
pero todas tienen un tiro en la cabeza a bocajarro. Limpiar los cuerpos,
trasladarlos, limpiar el escenario...demasiado tiempo, y demasiadas personas.
Mantiene los secretos como tales, no se arriesgaría.
¾ Todo
es circunstancial, Alice, no hay nada que se sostenga.
¾ Confía
en mí, estoy segura de ello.
¾ ¿Y
qué hay de los otros dos? Esos sí que eran de su estilo, tú misma lo dijiste al
principio.
¾ No
del suyo, del de su padre. Piénsalo, no han habido víctimas con las mismas
lesiones antes, durante todo el tiempo que lleva...Un momento —mi mente
comienza a encajar piezas que no tienen sentido, pero aun así encajan.
¾ Uno
apareció justo al llegar nosotras —Amy está en mi misma onda—; y el otro cuando
os visteis.
¾ La
conexión es conmigo —le doy la razón a lo que está pensando, cuando frunce el
ceño, me corrijo—. Con Du' Fromagge, quiero decir.
¾ ¿Y
si querían matarte y él se vengó?
¾ ¿Por
qué querrían matarme?
¾ Sólo
estás intentando sacarle del caso, no estás buscando al asesino.
¾ Todos
lo hemos hecho alguna vez, Amy —repongo, seria—. A demás, si nos hubieran
seguido, ¿no crees que alguna lo notaría? Llama a Murray, que consiga todos los
datos que haya de la investigación, me da igual si son confidenciales, él sabe
cómo burlarlos —ya se lo dije una vez, y estoy segura de que desde entonces han
tenido que avanzar algo.
¾ No
debemos ponernos en contacto con nadie fuera de la Agencia.
¾ También
dijeron que nos informarían de absolutamente todo y no hemos recibido noticias
en absoluto. Ahora que todos mentimos —me levanto de la cama y recojo los
papeles—, o lo haces tú o yo, pero voy a descubrir quién les ha matado y por
qué. Lo quiero todo para cuando me levante.
No debería exigirla nada, pero creo
que algo de presión no viene mal a nadie. Es cierto lo que digo, nos aseguraron
que conoceríamos cada detalle de los casos, pero no nos han informado de
absolutamente nada, a pesar de haber preguntado en repetidas ocasiones.
Empujo a mi amiga fuera de la
habitación y vuelvo a guardar los papeles en su lugar, no obstante, acabo de
recordar todo lo que tenía que decirle (hablarle de Paulie, por ejemplo), pero
debo descansar para mañana, y si nos ponemos con ello, pasaremos una noche más
en blanco, así que lo escribo todo rápidamente a ordenador y pongo una nota
para que lo lea cuando tenga tiempo, ya hablaremos de ello más tarde, y si
tengo suerte, habré conseguido algo más.
Lo de mañana no va a ser demasiado
complicado, pero aun así no quiero arriesgarme y necesito dormir todo lo que me
sea posible. Moviendo documentos, una fotografía cae al suelo, y al recogerla,
no puedo apartar la mirada. Fue la primera que vi de él después del tiempo que
habíamos pasado separados. Teléfono en mano, con su traje gris mate y camisa blanca, gafas de
sol para ocultar sus ojos y sombrero para la cara. Aun así, la Agencia le
reconoció, si no fuera así yo no estaría aquí. Miro otra fotografía, esta vez
sin tanto disfraz, saliendo de una tienda a punto de ponerse el sombrero. Sus
ojos miran a un lado de la cámara, evitando al resto de la gente incluso con la
mirada, y sus hombros se encuentran en tensión. No hay ninguna imagen en la que
muestre cualquier señal de tranquilidad, en todas está expectante por lo que
pueda suceder, buscando posibles amenazas. Entonces recuerdo que no tengo nada
que pueda recordarme a él, ninguna fotografía o incluso regalo. Supongo que así
es como debe ser, siendo lo más discretos posible, siguiendo la regla de 'si no
hay pruebas, nunca ocurrió'. Odio reconocer que esa idea me duele, pues no
debería, pero tampoco puedo evitarlo.
Recuerdo lo que me hicieron sentir
esas fotografías, el corazón me dio un vuelco, aunque no lograba saber por qué,
lo achacaba al odio, pero sabía que no era verdad. Tuve miedo, pero no de él,
sino de que la confianza que teníamos se hubiera disipado hasta tal punto de
haberlo convertido en un sentimiento horrible. Sin embargo, quien lo convirtió
fui yo, habíamos empezado a odiarnos para suplir nuestra ausencia, por muy loco
que suene. Echo un último vistazo a todo, y lo vuelvo a esconder mejor que
antes.
Por la mañana, tengo un montón de
papeles sobre la mesa de la cocina con el desayuno al lado y una nota. Parece
que no soy la única que lo hace. Amy se ha ido desde temprano a organizarlo
todo con la policía, quienes serán nuestro apoyo, y si quiero cualquier cosa
sólo tengo que llamarla. También ha dejado preparada la ropa para más tarde; no
sé qué haría sin ella. Sin embargo, no ha puesto nada del protegido, así que
supongo que se lo reservará para hablarlo en persona, es muy importante como
para dejarlo así.
Abro las carpetas con los papeles para
descubrir todos los informes, no obstante, para el caso que más me preocupa, el
de Nathan Aldrich y Adam Lawler, mis supuestos compañero y profesor,
respectivamente, sólo está el informe de la autopsia que ya vi en su momento.
Aún no han comenzado a investigarlo en serio, pues es un caso demasiado
complejo para ellos, o quizá demasiado comprometido. Es difícil y peligroso,
todo el mundo lo sabe, pero esperaba que fueran algo más competentes y que no
temieran a una supuesta mafia. Estamos en el siglo veintiuno, la policía
debería actuar sin problemas de ese tipo, no han aprendido nada en todo el
tiempo que ha pasado.
Yo no soy así, no es que me apasione
el riesgo, pero no tengo miedo de correrlo si es necesario. Y conozco a alguien
que tampoco. Cojo el teléfono y marco su número. No creo que le guste que le
interrumpan dos veces en el mismo día, pero conociéndole, más como una
interrupción lo verá como que nos acordamos de él, y lo más importante, que le
necesitamos. Tras el segundo tono, responde. El sonido de su voz me resulta incluso
tranquilizador. Es un pequeño cómplice que mantendremos siempre en secreto.
¾ Agente
Murray —responde.
¾ Hola,
¿qué tal te va? —casi puedo verle aguantar la respiración.
¾ Un
minuto —oigo pasos y el ajetreo de la oficina—. Bien, como siempre.
¾ La
línea es segura. Me alegro de que te vaya bien, pero te necesito.
¾ Dime
—por suerte, me conoce lo suficiente como para saber cuándo decirme cada cosa;
estoy segura de que, en cuanto terminemos, hablaremos.
¾ Primero
gracias por los informes. Pero el caso que más me preocupa no es ese, sino el
de los hombres mutilados.
¾ ¿Los
de Miami?
¾ Exacto.
La investigación se ha estancado, ¿verdad?
¾ Sí,
según he descubierto, no encontraron pruebas, ni siquiera huellas.
¾ Creo
que no quieren encontrarlas, más bien. De todas formas, necesito que mires algo
en el ordenador. Busca cualquier tipo de coincidencia de esos tipos conmigo en
reconocimiento facial, tanto en Los Ángeles como en Miami.
¾ ¿Qué
tramas?
¾ Yo
nada, eso es precisamente lo que me preocupa —oigo el sonido de las teclas—. ¿Conoces
a Alexander Moore?
¾ ¿El
narco? Sí, claro.
¾ Pues
bien, quieren cargarle el muerto. Nunca mejor dicho —murmuro—. Pero él es
inocente.
¾ Es
cierto que el modus operandi concuerda.
¾ Ha
sido una trampa, no tiene motivos para matarlos —salto a la defensiva.
¾ Tienes
a alguien en mente, ¿verdad?
¾ Algo
así. Pero desde luego no a él.
¾ Algo
me dice que no puedo preguntar sobre el tema.
¾ Conoces
mi historia, sabes que ha vuelto a las andadas, que ahora le estoy defendiendo y
que estoy en una misión 'secreta'. No creo que haga falta decir nada más.
¾ ¿Cómo
está siendo?
¾ Duro.
Gracias por preguntar, por todo.
¾ No
te preocupes. Sabes que... Espera.
¾ ¿Qué?
¿Has encontrado algo?
¾ Sorprendentemente.
Lawler te estuvo siguiendo por Los Ángeles. Y Aldrich por Miami desde el día que
llegasteis. Un par de días después, el segundo desapareció.
¾ ¿Sabes
por cuánto tiempo me siguió?
¾ Desde
la primera muerte de las chicas —responde, sorprendido.
¾ Demasiadas
coincidencias para ser creíbles.
¾ Al,
tenemos que investigar esto. Es algo muy gordo, podrías estar en peligro.
¾ Lo
sé. Yo me encargo de todo, tú sólo procura guardar las imágenes.
¾ No
puedes hacerlo todo sola.
¾ ¿Quién
te ha dicho que lo estoy? Te quiero, Murray.
Cuelgo el teléfono con una sonrisa de
victoria. Alex no ha tenido trato con nadie de su época de instituto, así que
es imposible que él lo hubiera ordenado. Ahora sólo tengo que intentar
convencer al resto de ello, ahora que tengo pruebas, aunque no sean fáciles de
sostener, pero tengo más que antes, mucho más. Anoto cada pensamiento para no
olvidar nada, y voy a mi habitación, a unirlo al resto de casos. El resto del
tiempo hasta que me da la hora para prepararme, lo dedico a leer completamente
cada informe de cada chica, varias veces, memorizándolo. Cada víctima es
importante, cada una tenía una familia que la quería, una vida por delate que
le ha sido arrebatada. Y pienso coger a quien se lo ha hecho y llevarle ante la
justicia. O la ley, al menos, que es lo más parecido sin tener que ir yo a la
cárcel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario