Translate

viernes, 13 de mayo de 2016

Capítulo 18

Después de aquello, consigo esquivar el verdadero motivo por el que me reuniré con Coleman y acordamos un plan para mañana. Él me acompañará allí, pero no va a entrar hasta que yo se lo indique. Prefiero controlar yo primero la situación.
Amy se fue a comunicar las noticias a comisaría hace rato, cuando Alex y yo salimos de la cafetería y se lo indiqué sin palabras. Hemos estado por la playa, paseando entre el gentío que camuflaba nuestras voces y las hacía pasar desapercibidas, hablando de todo y nada a la vez. Lleva la camisa abierta hasta la mitad del pecho y remangada por los codos, y los pantalones por la mitad de las espinillas, mientras que yo llevo ropa más acorde con el clima; me he cambiado con la ropa que llevaba en el coche antes de que mi compañera se fuera. Esté bien o mal, disfruto el momento de tranquilidad, ambos cogidos de la mano, arrancando sonrisas al otro. Parece que el miedo que ha debido pasar por mí le ha hecho tomar la decisión de seguir adelante conmigo, y no sólo eso, sino que siento que su seguridad hacia ello no es cosa de un día, sino que estaba seguro mucho antes. Suerte para mí, ya que me temo que yo siento lo mismo. Mi 'detonante' ha sido hace un rato, cuando Smirnov me ha agarrado y me he dado cuenta de lo incorrecto que parecía, por mucho trabajo que fuera. Necesitaba sentirle a él a mi lado para limpiar lo que el ruso había dejado, para que me sintiera de nuevo respetada y...bueno, amada. Y ahora, con él a mi lado, es como si todo se hubiera calmado, como si no hubiera pasado jamás nada entre nosotros que nos ha separado y enfrentado. La naturalidad que aparentamos es incluso dolorosa, sé lo que tengo que hacer, pero...
Todo lo bueno se acaba. El teléfono suena y tengo que cogerlo, prácticamente estoy obligada a ello, no es que sea una cláusula en el contrato, aunque infringir conllevaría menos consecuencias que ignorar a mi compañera.
¾   Al, tienes que venir a la comisaría principal cuanto antes —reconozco la voz de Amy.
¾   ¿Para?
¾   Mejor en persona. Ven lo más rápido que puedas —cuelga antes de que pueda decir nada.
¾   ¿Quién era? —Alex me mira con curiosidad.
¾   Policía —levanto la mirada, improvisando—. Quieren que vaya a comisaría.
¾   ¿Para qué?
¾   No me lo han dicho.
¾   Entonces no vayas, es una trampa —me agarra por el brazo.
¾   No he hecho nada malo.
¾   No he dicho que sea para ti. Han podido encontrar pruebas contra mí y utilizarte como rehén, como trato a cambio de confesar.
¾   ¿Te entregarías por mí?
¾   Mataría con mis propias manos a quien te pusiera un dedo encima —esquiva la verdadera respuesta y le desafío a o hacerlo con la mirada—. Vamos, te llevaré.
Se baja las mangas y las perneras y me saca de la playa empujándome por la base de la espalda. Hay un coche negro esperándonos, como siempre, para llevarnos a donde él le pida. Le indico la comisaría que me ha indicado Amy y nos ponemos en camino en silencio. No quiero obligarle a responder, por mucho que desee oír la verdad. ¿Sería capaz de dejar todo por mí? Lo dudo mucho, y me duele reconocerlo, pero he llegado a pensar en bastantes ocasiones, más de las que me gustaría, que yo sí podría haberlo hecho, podría haberme ido con él, traicionar a la policía. Sin embargo, ahora, no lo veo tan claro. Cada uno tiene sus intereses, y aunque en cierto momento lleguen a ser los mismos, rápidamente toman sus caminos respectivos. Además, apenas nos habrán visto juntos un par de ocasiones, no tiene lógica que le tendieran una trampa así. A no ser que él me haya colocado en una posición...privilegiada y comprometida de cara a sus hombres. Quizá por eso temía en el tiroteo, cuando ha descubierto que había un topo. Personalmente, me siento algo inútil. Se supone que era yo quien debía averiguar eso, quien debía, incluso, sobornar a ese topo para que nos ayudara a nosotros. Hasta ahora, todo lo que he hecho ha sido andar de un lado a otro, provocando problemas y sin trabajar en serio. Debo centrarme de una vez en la misión, por difícil que sea con él a mi lado, intentando cogerme la mano que rechazo con disimulo. No estoy de humor para cariños, no cuando ha dudado tanto en responder. O así estaría Du'Fromagge, al menos. Le veo formar una mueca, no obstante, consigo ignorarle sin problemas.
No me sorprende que tenga un coche esperando, pero sí quién está: Paul, apoyado en la puerta del conductor mirando el móvil. Me detengo súbitamente, y cuando Alex me pregunta qué ocurre, el joven se da la vuelta y me ofrece una pícara sonrisa.
¾    Hola, extranjera.
¾    ¿Qué hace él aquí? ¿Sabes lo que me hizo?
¾    Sí, Alice, lo sé. Hizo lo necesario para calmarte, y convencerme de no sacarte del Estado.
¾    Alucino —comienzo a andar en dirección contraria, pero me retiene por el brazo.
¾    Pensaba que lo mejor para ti era alejarte de esto, ya lo hemos hablado.
¾    De nada, por cierto —Paul interviene y le fulmino con la mirada.
¾    Paulie es mi protegido, Al —susurra—. Tengo que cuidar de él, y es el único en quien confío para protegerte a ti. Por favor, entra en el coche.
Cedo refunfuñando y entro sin permitir que me toque. No sé si enfadarme por permitir que ese tipo me inyectara droga o alegrarme por la confesión que ha hecho. Desde luego eso sí que son buenas noticias, y en un fogonazo ya sé de qué me sonaba la primera vez: él salía en algunas fotografías con Alexander, era el chico del que nadie sabía nada. Y a decir verdad, yo debería aprovecharme de mi posición e intentar sacarle información, quizá incluso pueda manipularle lo suficiente para ponerle de mi lado, aunque sé que lo tengo muy difícil. Parece estar muy unido al capo, y necesito saber su historia para poder hacerlo bien. Anoto todo mentalmente para hablarlo con Amy, que seguro se pondrá contenta por el repentino avance. Supongo que esto, aunque no sea por méritos propios, le da un empujón a la investigación y compensa mi anterior inactividad.
Oigo al chico decir «Qué genio» cuando cierro de un portazo y por suerte ninguno habla durante el trayecto, sólo lo justo para indicarle la dirección a la que debe llevarme. Por si fuera poco, necesito encontrar una excusa para aparecer aquí, porque no podía simplemente desaparecer esperando que no me fuera a seguir. Al menos he ganado algo de tiempo e incluso confianza, si ve que no hay repercusiones a corto plazo de mi visita.
Bajo del coche, aparcado en la misma puerta de la comisaría, y me dirijo a la entrada, sin embargo, me agarra por la muñeca izquierda, justo por la mitad de la cicatriz; no me suelta ni siquiera cuando se da cuenta de ella. Clava sus ojos en los míos, creando una especie de burbuja que nos rodea y que no puedo explotar, aunque no estoy segura de estar intentándolo.
¾    Ten cuidado.
¾    ¿Con ellos o contigo? No pienso decir nada, si eso es lo que te preocupa.
¾    Alice, yo...
¾    ¿Qué? Ambos sabemos que es lo único que te interesa. Salvar tus espaldas.
¾    ¿A qué viene esto? —protesta, haciéndome daño en el brazo— ¿Es por lo de antes?
¾    Averígualo —me deshago de él con un tirón del brazo y comienzo a andar.
¾    ¡Alice! —intenta seguirme, pero se para en seco cuando me oye.
¾    ¿Estás seguro que quieres entrar conmigo? Eso me temía.
Amy me está esperando un par de pasos más allá, mirando a través de las puertas de cristal. Sabe con quién he venido, y aunque no quiero oírla, aún así, no va a callarse.
¾    ¿Qué haces con él aquí? ¿Es que no sabes...?
¾    No podía escaquearme. Te traigo información importante, de todos modos, y se me está ocurriendo algo —añado en un murmullo, siguiendo la idea que me ha saltado en la mente y enlazando poco a poco cosas con sentido.
¾    Luego hablamos de eso —dice con cautela—. Ven conmigo.
Está intentando pensar qué he podido descubrir en tan poco tiempo que tenga ese nivel de importancia, por la manera que me mira e intenta sonsacármelo mientras me guía por la comisaría. Respondo con una ligera sonrisa que se me borra en cuanto entro en la sala que ella quería. Tiene una pantalla enorme con fotografías del club, una mesa que ocupa toda su longitud, y sillas para llenarla, no obstante, los hombres se encuentran sentados en la mesa o de pie alrededor de la pantalla. Se giran para mirarme un instante y otro después comienza la reunión. Al menos para ellos, porque yo estaba tan distraída con mis asuntos que me cuesta bastante concentrarme en lo que ocurre y analizarlo todo. Parecen gente del FBI, por el traje, sin embargo, pueden ser simples detectives, aunque lo dudo. Primero escuchan el resumen de la situación por boca del que parece estar al mando y de mí, dándoles todo los detalles que puedo sobre el burdel —me sorprende cómo Amy ha conseguido reunirlos tan deprisa—; después hay una ronda de preguntas seguida por otra de sugerencias que vamos corrigiendo hasta conseguir un plan aceptable. No tardo demasiado en convencerles de los puntos clave que quiero que sean a mi manera, y como mi papel es sencillo y sólo tenía que informarles correctamente de lo que he visto, termino mucho más pronto que el resto. Ellos, incluida Amy, se quedan para organizarse una vez que todos estén dentro, pero como esa es la parte que no me incumbe, decido salir de allí y no levantar más sospechas para Alexander.
Su coche sigue donde le dejé, sin embargo, él no está en el mismo lugar, de hecho no hay nadie, ni siquiera el estúpido conductor. Miro alrededor, pero no hay nadie que conozca. Supongo que quizá es mejor así, cada uno por su lado hasta mañana cuando tengamos que ir al burdel clandestino. Tampoco es que haya nada que planear, sólo decirle que me deje actuar y que debe controlarse, algo que dudo que consiga, pero al menos debe intentarlo. No creo que soporte ver cómo me toca Smirnov, yo también tengo que prepararme a mí misma para ello, va a ser de todo menos agradable; y, ya que estamos, también necesito algo de tiempo para poner en orden mis pensamientos. Nunca dijo que me quisiera, no tiene sentido que me ofenda o siquiera que me afecte de cualquier manera. Cada uno tiene su mundo y por mucho que nos guste estar juntos o que lo disfrutemos, acabaremos volviendo a donde pertenecemos: él a la cárcel, y yo...
Bajo la cabeza y comienzo a andar hacia la casa donde vivo, no está muy lejos de aquí y un buen paseo no me vendrá mal. No obstante, al poco de moverme, me agarran por los hombros y me levantan la cabeza por la barbilla. Reconozco el olor, y cada forma de su cuerpo, los cortes que le da el traje y la manera de moldearle. Lleva, como siempre, su corbata y americana. Al parecer ha tenido el tiempo suficiente para cambiarse, por lo que su casa no debe estar demasiado lejos. Eso descarta algunas localizaciones que tenía en mente, tengo que añadir eso a la lista de cosas que tengo que decirle a Amy. Con un suspiro de cansancio, cedo ante él y posa sus labios en los míos. Debo reconocer, y odio, que me gusta demasiado. Puede ser extremadamente dulce cuando quiere, y por suerte conozco esa faceta de él bastante bien; mejor que nadie me atrevería a decir. No profundiza el beso, lo deja en un lugar el cual ambos extrañamos: donde la inocencia de la juventud era superior a nosotros, donde planeábamos pasar una noche juntos durante semanas, donde pasear de la mano era tan importante como para quitarnos el aliento. Apoyo la frente en su pecho cuando él susurra, no quiero oírle, sólo refugiarme en los momentos así.
¾    Lo siento.
«Lo sé» querría decirle, pero no sería ni apropiado ni lo que de verdad siento. Por el contrario, hay una manera de hacer ambas cosas.
Alzo la mirada y sus ojos me atrapan unos instantes, me dan cierta seguridad que parece una locura aceptar, pero que también lo sería rechazar. Respiro hondo cuando me acaricia y coloca su mano en mi nuca. Con la otra mano, me coge la mía y la aprieta.
¾    No estás bien, Alice, dime qué ocurre. ¿Es por algo que ha pasado en la comisaría? —asiento con la cabeza, bajando la mirada de nuevo— ¿Puedo ayudar? —lo que se me había ocurrido antes comienza a tomar forma y me arriesgo a decirlo.
¾    Sólo...Por favor, dime que no tienes nada que ver con Nathan Aldrich.
¾    ¿Nate? —pregunta extrañado— Éramos amigos en el instituto hasta que tuve que huir por lo de mi padre. Pero eso ya lo sabías —me mira con recelo, no sabe a dónde quiero ir a parar, y a decir verdad yo tampoco estoy segura.
¾    ¿Y Adam Lawler, nuestro antiguo profesor?
¾    No entiendo nada, Al.
¾    ¿Desde hace cuánto que les veías? —me separo un paso.
¾    Desde el instituto, ya lo sabes —parece irritarse—. Explícamelo ya.
¾    Ambos han aparecido muertos. Al viejo estilo, ya me entiendes.
¾    ¿Al de mi padre?
¾    ¿No es el tuyo? —me extraño, aunque confirma mis sospechas.
¾    No, claro que no. Mi padre era...demasiado sangriento para mi gusto. ¿Y qué tienes que ver tú en eso?
¾    Aparecieron cuando llegué aquí. Querían preguntarme si sabía algo, por conocerles y por las técnicas que usaron. Me han dicho que tenga cuidado.
¾    ¿Saben que estás conmigo?
¾    Ni idea. ¿Eso es todo lo que te preocupa? ¿Que se sepa?
¾    Por supuesto que no. Voy a ponerte seguridad, y a aumentar la mía. A parte de hacer que investiguen eso. Si hay alguien en mi territorio que pretende hacerse pasar por mí, y de una manera tan desagradable y ofensiva, lo pagará. Sobre todo si asesinan a un viejo amigo.
¾    ¿Y Adam?
¾    Adam...No le apreciaba, precisamente, pero tú sí, y eso le hacía intocable. Encontraré al culpable, no te preocupes.

Me deja en nuestro punto de encuentro del paseo marítimo con un beso antes de irse. Sentados en un banco, fingiendo de nuevo ser una pareja normal, hemos acordado un plan sencillo para mañana, no sin discutir, por supuesto. En eso sí que somos una pareja normal, pues las discusiones están a la orden del día, aunque son comprensibles. Él quiere protegerme, y yo necesito espacio para poder actuar sin ponerle más en peligro de lo que ya hago por costumbre y trabajo. Una vez más, la pregunta del detector de mentiras del primer día en la Agencia retumba en mi cabeza: ¿Puedes separar la vida profesional de la personal? Aún me río al recordarlo. Por supuesto que respondí que podría, pero lo mejor fue la cara del que tenía el ordenador cuando, después de responder que sí llegué a enamorarme de mi primer objetivo, el ordenador dio pruebas inconclusas al decir que no seguía sintiendo lo mismo. En ese momento, me enfadé conmigo misma, pero supongo que fue el destino. Si me lo preguntaran hoy, estoy segura de que podría engañar al polígrafo sin problemas.
Amy me espera en casa con la cena hecha y todo preparado para mañana, a excepción de los detalles que he comentado yo con Alex hace diez minutos escasos. Los turnos que nos pusimos para hacer las tareas me los estoy saltando últimamente, aunque parece que a ella no le importa cocinar. Además, eso significa que está más tiempo sola en casa, lo que puede ser muy útil.
¾    Le necesitamos —argumento cuando se niega a que él participe.
¾    Es uno de ellos, Al, por mucho que quieras hacerlo ver mejor.
¾    No quiero... —intento rebatir, pero quizá tenga razón—. Precisamente por eso. Smirnov piensa que es su socio, en vez de Coleman, así que quiero descubrir al traidor, pillarle in fraganti.
¾    Un momento, ¿has dicho 'traidor'?
¾    Eso creo —mascullo.
¾    Espero que sepas en qué bando juegas.
¾    Ahora es el mismo: atrapar a Kyril Smirnov y a Sean Coleman.
¾    ¿Y cuando haya pasado eso? ¿Serás Du' Fromagge o Sanders?
¾    Sólo Alice —la desafío con la mirada; me duele que dude de mí—. Alex está dentro, te guste o no.
Me levanto de la mesa y me voy. Tan sencillo como eso. No soporto que me pongan en duda, por mucha razón que tenga, pero no tiene ni idea de lo que está suponiendo para mí estar con él sabiendo que le voy a traicionar, que cada palabra que sale por mi boca es una mentira o está basada en una. Está siendo duro para todos, y parece que la culpa sólo recae en mí, bien por ser quien da la cara o por tener que jugar a dos bandas, porque yo jamás quise eso, fueron ellos quienes me obligaron.
En mi habitación, comienzo a repasar los casos, a leer los informes una y otra vez, anotando cualquier detalle. Es algo que me relaja, me ayuda a mantener la mente ocupada, y me recuerda a cuando todo era tan sencillo como coger a un asesino y cambiar de caso. Pero supongo que jamás lo fue. He perdido la cuenta de la cantidad de veces que he hecho lo mismo, todo está guardado en el doble fondo de mi armario, pero siempre es distinto, siempre me falta algún detalle o veo otro que en un principio parece vital, pero que analizado fríamente, sin conjeturas, no tiene ningún valor. Aun así, lo tengo archivado todo junto por si podría serme útil en cualquier momento.
Amy llama a mi puerta después de un buen rato.
¾    ¿Puedo? —dice, tímidamente.
¾    Supongo —se queda de pie, frente a mí.
¾    Siento lo de antes.
¾    Está bien —suspiro—, déjalo. Mañana... Puedo hacerlo todo sin que nadie se de cuenta. Alex no sabrá que las autoridades están en ello, ni la Agencia que él está.
¾    Sabes que ese no es problema.
¾    Para mí no hay problemas. Sé que confía en mí, pero esto ayudará. No quiero que su propia gente me ataque, ¿entiendes?
¾    Si tanto te quiere lo impediría.
¾    Si llegara a enterarse, por supuesto.
¾    ¿Qué quieres decir?
¾    Él no tiene nada que ver con los asesinatos; ni de las chicas, ni de mis antiguos conocidos. Le conozco lo suficiente para ver cuándo me miente, y no sabía de lo que estaba hablando. Es el estilo de su padre, pero no ha sido él quien lo ha ordenado. No tenemos pruebas concluyentes, pero mi intuición nunca me falla, y estoy segura de que ha sido alguno de sus subordinados. Sólo me queda un móvil creíble y una relación.
¾    Le amas —ella concluye.
¾    No es eso, es...
¾    Sí que es eso, siempre lo es. Te empeñas en algo y no paras hasta conseguirlo. No es su estilo, en eso tienes razón, pero aun así...
¾    Es difícil, lo sé. Todas las chicas se acostaron con él antes de morir —comienzo a pensar y mi amiga se sienta a mi lado—, pero por las mañanas sale a correr, no pudo dejar los cadáveres sin llamar la atención.
¾    Tiene a gente para que lo haga.
¾    Vale, pero todas tienen un tiro en la cabeza a bocajarro. Limpiar los cuerpos, trasladarlos, limpiar el escenario...demasiado tiempo, y demasiadas personas. Mantiene los secretos como tales, no se arriesgaría.
¾    Todo es circunstancial, Alice, no hay nada que se sostenga.  
¾    Confía en mí, estoy segura de ello.
¾    ¿Y qué hay de los otros dos? Esos sí que eran de su estilo, tú misma lo dijiste al principio.
¾    No del suyo, del de su padre. Piénsalo, no han habido víctimas con las mismas lesiones antes, durante todo el tiempo que lleva...Un momento —mi mente comienza a encajar piezas que no tienen sentido, pero aun así encajan.
¾    Uno apareció justo al llegar nosotras —Amy está en mi misma onda—; y el otro cuando os visteis.
¾    La conexión es conmigo —le doy la razón a lo que está pensando, cuando frunce el ceño, me corrijo—. Con Du' Fromagge, quiero decir.
¾    ¿Y si querían matarte y él se vengó?
¾    ¿Por qué querrían matarme?
¾    Sólo estás intentando sacarle del caso, no estás buscando al asesino.
¾    Todos lo hemos hecho alguna vez, Amy —repongo, seria—. A demás, si nos hubieran seguido, ¿no crees que alguna lo notaría? Llama a Murray, que consiga todos los datos que haya de la investigación, me da igual si son confidenciales, él sabe cómo burlarlos —ya se lo dije una vez, y estoy segura de que desde entonces han tenido que avanzar algo.
¾    No debemos ponernos en contacto con nadie fuera de la Agencia.
¾    También dijeron que nos informarían de absolutamente todo y no hemos recibido noticias en absoluto. Ahora que todos mentimos —me levanto de la cama y recojo los papeles—, o lo haces tú o yo, pero voy a descubrir quién les ha matado y por qué. Lo quiero todo para cuando me levante.
No debería exigirla nada, pero creo que algo de presión no viene mal a nadie. Es cierto lo que digo, nos aseguraron que conoceríamos cada detalle de los casos, pero no nos han informado de absolutamente nada, a pesar de haber preguntado en repetidas ocasiones.
Empujo a mi amiga fuera de la habitación y vuelvo a guardar los papeles en su lugar, no obstante, acabo de recordar todo lo que tenía que decirle (hablarle de Paulie, por ejemplo), pero debo descansar para mañana, y si nos ponemos con ello, pasaremos una noche más en blanco, así que lo escribo todo rápidamente a ordenador y pongo una nota para que lo lea cuando tenga tiempo, ya hablaremos de ello más tarde, y si tengo suerte, habré conseguido algo más.
Lo de mañana no va a ser demasiado complicado, pero aun así no quiero arriesgarme y necesito dormir todo lo que me sea posible. Moviendo documentos, una fotografía cae al suelo, y al recogerla, no puedo apartar la mirada. Fue la primera que vi de él después del tiempo que habíamos pasado separados. Teléfono en mano, con  su traje gris mate y camisa blanca, gafas de sol para ocultar sus ojos y sombrero para la cara. Aun así, la Agencia le reconoció, si no fuera así yo no estaría aquí. Miro otra fotografía, esta vez sin tanto disfraz, saliendo de una tienda a punto de ponerse el sombrero. Sus ojos miran a un lado de la cámara, evitando al resto de la gente incluso con la mirada, y sus hombros se encuentran en tensión. No hay ninguna imagen en la que muestre cualquier señal de tranquilidad, en todas está expectante por lo que pueda suceder, buscando posibles amenazas. Entonces recuerdo que no tengo nada que pueda recordarme a él, ninguna fotografía o incluso regalo. Supongo que así es como debe ser, siendo lo más discretos posible, siguiendo la regla de 'si no hay pruebas, nunca ocurrió'. Odio reconocer que esa idea me duele, pues no debería, pero tampoco puedo evitarlo.
Recuerdo lo que me hicieron sentir esas fotografías, el corazón me dio un vuelco, aunque no lograba saber por qué, lo achacaba al odio, pero sabía que no era verdad. Tuve miedo, pero no de él, sino de que la confianza que teníamos se hubiera disipado hasta tal punto de haberlo convertido en un sentimiento horrible. Sin embargo, quien lo convirtió fui yo, habíamos empezado a odiarnos para suplir nuestra ausencia, por muy loco que suene. Echo un último vistazo a todo, y lo vuelvo a esconder mejor que antes.
Por la mañana, tengo un montón de papeles sobre la mesa de la cocina con el desayuno al lado y una nota. Parece que no soy la única que lo hace. Amy se ha ido desde temprano a organizarlo todo con la policía, quienes serán nuestro apoyo, y si quiero cualquier cosa sólo tengo que llamarla. También ha dejado preparada la ropa para más tarde; no sé qué haría sin ella. Sin embargo, no ha puesto nada del protegido, así que supongo que se lo reservará para hablarlo en persona, es muy importante como para dejarlo así.
Abro las carpetas con los papeles para descubrir todos los informes, no obstante, para el caso que más me preocupa, el de Nathan Aldrich y Adam Lawler, mis supuestos compañero y profesor, respectivamente, sólo está el informe de la autopsia que ya vi en su momento. Aún no han comenzado a investigarlo en serio, pues es un caso demasiado complejo para ellos, o quizá demasiado comprometido. Es difícil y peligroso, todo el mundo lo sabe, pero esperaba que fueran algo más competentes y que no temieran a una supuesta mafia. Estamos en el siglo veintiuno, la policía debería actuar sin problemas de ese tipo, no han aprendido nada en todo el tiempo que ha pasado.
Yo no soy así, no es que me apasione el riesgo, pero no tengo miedo de correrlo si es necesario. Y conozco a alguien que tampoco. Cojo el teléfono y marco su número. No creo que le guste que le interrumpan dos veces en el mismo día, pero conociéndole, más como una interrupción lo verá como que nos acordamos de él, y lo más importante, que le necesitamos. Tras el segundo tono, responde. El sonido de su voz me resulta incluso tranquilizador. Es un pequeño cómplice que mantendremos siempre en secreto.
¾    Agente Murray —responde.
¾    Hola, ¿qué tal te va? —casi puedo verle aguantar la respiración.
¾    Un minuto —oigo pasos y el ajetreo de la oficina—. Bien, como siempre.
¾    La línea es segura. Me alegro de que te vaya bien, pero te necesito.
¾    Dime —por suerte, me conoce lo suficiente como para saber cuándo decirme cada cosa; estoy segura de que, en cuanto terminemos, hablaremos.
¾    Primero gracias por los informes. Pero el caso que más me preocupa no es ese, sino el de los hombres mutilados.
¾    ¿Los de Miami?
¾    Exacto. La investigación se ha estancado, ¿verdad?
¾    Sí, según he descubierto, no encontraron pruebas, ni siquiera huellas.
¾    Creo que no quieren encontrarlas, más bien. De todas formas, necesito que mires algo en el ordenador. Busca cualquier tipo de coincidencia de esos tipos conmigo en reconocimiento facial, tanto en Los Ángeles como en Miami.
¾    ¿Qué tramas?
¾    Yo nada, eso es precisamente lo que me preocupa —oigo el sonido de las teclas—. ¿Conoces a Alexander Moore?
¾    ¿El narco? Sí, claro.
¾    Pues bien, quieren cargarle el muerto. Nunca mejor dicho —murmuro—. Pero él es inocente.
¾    Es cierto que el modus operandi concuerda.
¾    Ha sido una trampa, no tiene motivos para matarlos —salto a la defensiva.
¾    Tienes a alguien en mente, ¿verdad?
¾    Algo así. Pero desde luego no a él.
¾    Algo me dice que no puedo preguntar sobre el tema.
¾    Conoces mi historia, sabes que ha vuelto a las andadas, que ahora le estoy defendiendo y que estoy en una misión 'secreta'. No creo que haga falta decir nada más.
¾    ¿Cómo está siendo?
¾    Duro. Gracias por preguntar, por todo.
¾    No te preocupes. Sabes que... Espera.
¾    ¿Qué? ¿Has encontrado algo?
¾    Sorprendentemente. Lawler te estuvo siguiendo por Los Ángeles. Y Aldrich por Miami desde el día que llegasteis. Un par de días después, el segundo desapareció.
¾    ¿Sabes por cuánto tiempo me siguió?
¾    Desde la primera muerte de las chicas —responde, sorprendido.
¾    Demasiadas coincidencias para ser creíbles.
¾    Al, tenemos que investigar esto. Es algo muy gordo, podrías estar en peligro.
¾    Lo sé. Yo me encargo de todo, tú sólo procura guardar las imágenes.
¾    No puedes hacerlo todo sola.
¾    ¿Quién te ha dicho que lo estoy? Te quiero, Murray.

Cuelgo el teléfono con una sonrisa de victoria. Alex no ha tenido trato con nadie de su época de instituto, así que es imposible que él lo hubiera ordenado. Ahora sólo tengo que intentar convencer al resto de ello, ahora que tengo pruebas, aunque no sean fáciles de sostener, pero tengo más que antes, mucho más. Anoto cada pensamiento para no olvidar nada, y voy a mi habitación, a unirlo al resto de casos. El resto del tiempo hasta que me da la hora para prepararme, lo dedico a leer completamente cada informe de cada chica, varias veces, memorizándolo. Cada víctima es importante, cada una tenía una familia que la quería, una vida por delate que le ha sido arrebatada. Y pienso coger a quien se lo ha hecho y llevarle ante la justicia. O la ley, al menos, que es lo más parecido sin tener que ir yo a la cárcel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario