En el recreo nos
reunimos todos de nuevo en las escaleras de la entrada. Cuando empiezan a rular
los cigarros, PJ, sentado a mi lado, lo coge cuando me lo pasan y le tal calada
que lo acaba.
— Podrías
haber dejado un poco.
— Ya
te lo dije. No vas a fumar.
— Si
me lo quitas de golpe va a ser peor.
— Eso
ya veremos. Chicos, como alguien pase algo a la rubia, se las tendrá que ver
conmigo, ¿entendido? —todos asienten sin rechistar.
De nuevo en clase, en el último descanso del día no puedo
aguantar más. Oigo una conversación y me acerco para confirmar mis sospechas.
— Tienen
que expulsarla
— Van
a hacerlo, no va a seguir de rositas.
— Su
banda no la va a proteger más. Tienen que estar hartos de ella.
— Hay
que hacer que los echen, a todos.
— No
pueden hacernos nada, he oído que el cabecilla está fichado. Si le vuelven a
pillar lo encierran.
— Tendrían
que encerrarlos, no hay ninguno bueno —aunque Jess me aprieta la muñeca, me
libero y, harta, le agarro de la camiseta y le estampo contra la pared.
— Repíteme
lo que has dicho. A la cara.
— Baby,
déjale. No merece la pena. —le suelto a duras penas. No consiento que digan
nada malo en contra de mi segunda familia.
— Jess,
ve a decírselo a PJ. Di que le he soltado.
— Ven
conmigo.
— No.
Más tarde hablaremos. —asiente y se va corriendo.
— Vete
a avisar a tus amiguitos los delincuentes. Ojala os pase algo y no salgáis nin…
No le da tiempo a terminar, porque antes ya tiene mi puño en
su boca. Que a gusto me he quedado. Apenas me da tiempo a disfrutarlo cuando
alguien me coge del pelo por detrás. Veo como cierran la puerta y uno se queda
vigilando fuera. ¿Cómo pueden odiarnos tanto? No hacemos nada malo. Me sujetan
los brazos a la espalda y tiran mi chaqueta al suelo. Después de pisarla y
escupirla, al que le he dado el puñetazo, me coge de la barbilla y me dice:
— Me
da igual que seas una chica, pienso pegarte igual que tú a mí.
Antes de que pueda decir nada me golpea en la nariz. Noto el
sabor a sangre en la boca y noto como algo se escurre hasta llegar a ésta,
incrementando la sensación.
La puerta se abre de golpe y de repente PJ me coge y me saca
de la clase, a pesar de revolverme consigue llevarme al baño de las chicas.
— ¿Qué
ha pasado? Jess me viene diciendo que te has resistido de pegar a un tío y
luego me llega Hood diciendo que te están dando. —está muy enfadado.
— ¿Por
qué no me has dejado seguir? Te aseguro que me las hubiera pagado.
— Ya
veo cómo.
— ¡Nos
estaba insultando! ¡Nos decía que ojala nos muriésemos! ¿Qué quieres que haga,
que me quede de brazos cruzados? —estallo.
— Pues
sí. En eso consiste lo que te dije. En darte cuenta cuándo merece la pena…
— Ustedes.
Vengan conmigo. Ya. —el sub. director nos interrumpe y nos lleva a su despacho.
Ahora toca aceptar las consecuencias, no permitiré que lo
haga PJ.
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