En el despacho, está el chaval que lo
empezó todo. Tiene el pelo revuelto y el ojo se le está poniendo morado, al
igual que el puente de la nariz. Sostiene un pañuelo para cortarle la sangre
que sale de ésta.
— Muy
bien. Cada uno me contará su versión, después haré mi informe y se lo entregaré
al director para que tome medidas. Aunque no creo que haga falta decirlas.
Los tres contamos las versiones. PJ y yo coincidimos, pero
el otro lo cambia al completo.
— Bueno,
al parecer ya tenemos al culpable—me mira directamente.
— ¡Pero
si está mintiendo! —grita PJ.
— Joven,
usted será mejor que se calle. Dado al historial de vuestra…panda —apenas
oculta el desprecio— tomaré la decisión más lógica.
— Fui
yo —PJ no puede creérselo—. Lo admito, yo empecé la pelea. Me enfadé y le pegué
hasta que me separaron. Puede preguntarle a los que nos vieron salir por el
pasillo.
— Entonces,
en ese caso… Pueden retirarse. Señorita Sanders, usted debe quedarse para hacerlo
oficial —PJ sale lleno de rabia hacia el otro que esboza una sonrisa de
triunfo.
Una vez fuera, me
tiende un papel que firmo ignorando la voz de mi cabeza que dice «No lo hagas».
Inmediatamente después entran dos hombres trajeados. Sin
pronunciar palabra me llevan por el pasillo hasta el cuarto de las escobas, que
ahora tenía un par de sillas a cada lado de la mesa. Me sientan y comienza a
hablar uno de ellos:
— Hola,
Alice
— ¿Quiénes
sois?
— Más
tarde hablaremos de eso. Ahora escucha. ¿Quieres que borremos tu historial?
— Lo
tengo vacío.
— ¿Y
el de tus amigos? Hay alguien que está en graves problemas ¿no es cierto? Pues
bien. Nosotros lo haremos. Borraremos todos los antecedentes de tus amigos,
quedará en el olvido.
— ¿Qué
queréis?
— A
ti. Vendrás con nosotros y te infiltrarás en una misión. Te ofrecemos una nueva
vida a cambio de un periodo corto de tu vida.
— ¿Cuánto?
— Unos
dos años. Te entrenamos y el resto es cosa tuya. Romperás una organización de
narcotráfico desde dentro.
— Ya…
Espera que tengo que hablarlo con el Presidente, no sé si le va a gustar que no
vaya a cenar. Pero es un buen hom…
— ¡Basta!
Te estamos hablando en serio
— Y
yo. Si tan sólo me dejáis un móvil le doy un toque y…
— Niña,
con esto no se juega. Somos del FBI y no te estamos consultando, sino reclutando.
Estamos dispuestos a pasar esto por alto, incluso lo de tu padre.
— ¿Mi
padre? ¿Qué tiene que ver él en esto?
— No
lo sabe —comenta el otro.
— ¿El
qué tengo que saber?
— Tu
padre está imputado en un caso importante. Es el único sospechoso y, debo
decir, le podrían caer más de 10 años.
— Eso
no puede ser, él no ha hecho nada malo.
— A
la vista no, pero las investigaciones llegan hasta él. La cantidad de dinero
desparecido es muy grande y las cuentas cuadran con los robos.
— Os
lo estáis inventando.
— Temía
que esto sucediera… —me tira una carpeta llena de papeles— Tómate tu tiempo, no
hay prisa.
Lo leo poco a poco, intentando asimilar todo lo que pone. No
están mintiendo, es cierto. Papá, ¿qué has hecho?
— Hecho,
acepto. ¿Cuándo empiezo?
— Tranquila
muchacha, tienes dos días. Pasado mañana a primera hora te recogeremos en tu
casa. Y no te preocupes por tus padres, nosotros hablaremos con ellos.
— ¿Entonces,
me voy, así de simple? ¿Y vosotros borráis todo, sin protestar ni poner
condiciones?
— Eres
la perfecta para el puesto. Habrá que retocarte un poco, pero sí. Nadie sabe ni
sabrá nada de lo que se ha hablado aquí. —se levanta y me dirige a la puerta.
—si intentas huir te encontraremos, recuerda, tu padre y PJ te necesitan.
¿Mi padre y PJ? ¿Cómo sabe que le llamamos así?
A la salida, los demás están esperándome en la puerta, con
las navajas sacadas.
— ¿Algún
problema Baby? —Hood pregunta.
— Me
expulsan. Ya veré qué hacer.
— Hijos
de… Ese director se va a enterar.
— No,
te vas a estar quieto. Tú y todos—dirijo una mirada severa a PJ—
¿entendido? —asienten y nos pasamos las
horas muertas en la cueva. PJ se ha encerrado en su habitación. Se hace tarde y
me voy a casa sin dirigir la palabra a nadie.
Al llegar a casa, mi madre está con los ojos llorosos y mi
padre más serio que nunca. Ya han hablado con ellos, lo que yo diga ya no
importa.
Me acuesto, pero no consigo dormirme. Al cabo de un buen
rato aparece mi madre.
— Cariño,
¿por qué lo has aceptado? —suena más dulce que nunca.
— No
podía rechazarlo—me incorporo sobre los codos.
— ¿Por
qué?
— Limpiarán
el historial de quien se lo pida.
— ¿Y
por tus amigos vas a poner tu vida en peligro?
— Ellos
lo harían por mí. —asunto zanjado— ¿Qué vamos a contarle a la gente? De momento
son 6 meses, pero después…
— Mañana
te lo contaré. Tenemos que pensarlo papá y yo. —sabe que no quiero hablar de
esto, y se va, dejándome de nuevo a solas con mis temores.
No sé qué espera de mi padre, por su culpa, principalmente, es por lo
que no tenía elección; pero, por supuesto, él no sabe nada que le han pillado y
que iría a la cárcel si no fuese por mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario