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viernes, 5 de junio de 2015

Relato corto: Tercer capítulo

Strawberry Fields Forever
Una mujer. Es todo lo que se necesita para arruinar meses de trabajo, para hacer que todo lo que he hecho caiga como si nada. Por suerte se me ocurrió al poco la idea de las amenazas al Detective, y lo que empezó como una maniobra de distracción ha acabo siendo bastante divertido, no sé por qué no se me ha podido ocurrir antes. Ahora están enfadados conmigo y no se centran en su trabajo, les será mucho más difícil cogerme; antes tendrán que centrarse, organizar la cantidad de refuerzos que les han enviado desde otras ciudades y si tienen suerte lo conseguirán, pero solo en ese caso. Debo decir que una afición está convirtiéndose en lo único que le está dando sentido a mi vida, en el trabajo no parece que haga nada productivo, nada por proteger a la gente, y en casa las cosas llevan sin ir bien bastante tiempo; sin embargo, de esta manera siento que estoy cumpliendo mi misión, estoy limpiando las calles, protejo a los niños de ver lo que no deberían, prevengo que las familias se separen, y todo con un simple gesto como matar.
   Aunque la verdad es que no es tan simple, si lo hiciera como si no me importara, no serviría de nada, el resto de gente no se concienciaría de lo que está ocurriendo y continuarían como si nada; por el contrario, de esta manera infundo temor y respeto. La prostitución ha bajado más de un veinte por ciento en la ciudad, y aunque llevo bastantes víctimas —o mártires por la causa, ellas no tenían la culpa de ser lo que era, muchas son partes de mafias y sé que he sido yo quien las ha liberado de ese yugo; estoy orgulloso de eso—, todas y cada una han merecido la pena. Es muy complicado conseguir eliminarlo completamente, mueve mucho dinero y hay personas con altos cargos políticos o de la ley que no les interesaría que sucediera, pero aun así voy a seguir intentándolo.
   Me he puesto una fecha límite. Si de aquí a un año y unos meses, es decir, cuando hagan los dos años desde el primer asesinato no lo he reducido a menos de un diez por ciento, haré algo mucho más grande para acabar con todos de golpe; todavía tengo que pensar el qué, pues tengo fe en que no tendré que llegar a ese extremo.
   Para entonces, pasaré a otro colectivo que también tendría que decidir, pues si ahora diría los camellos que se esconden en callejones y se topan con críos y les asustan, o incluso les ofrecen droga, quizá en el tiempo que pase entremedias las tornas pueden cambiar y la corrupción aumente aún más, y los policías corruptos son de la peor calaña que podría existir. Cuando tenga más experiencia en esquivarlos, cuando pueda conocerles mejor, iré a por ellos, pero por el momento prefiero mantenerme cuanto más alejado mejor. Es muy peligroso, y si quiero continuar, no sólo debo hacer eso, sino que también continuar con las amenazas al Detective encargado de mi caso para mantenerlos a raya. Quizá deba llegar un poco más lejos, incluso, sólo para asegurarme de mantener todo bajo control.
   Me siento bien, he ganado confianza a medida que las chicas se iban sucediendo, cada vez me parece más fácil hacer todo el trabajo, incluso limpiarlo todo, y conseguir que se vengan conmigo se ha vuelto un reto. Ya no confían en nadie, como es de esperar, y he acabado cronometrándome con las últimas tres. Mi récord son diez minutos. Unas lágrimas falsas de vez en cuando, una historia triste, unas risas de autocomplacencia y ya son mías. Es curioso cómo una técnica tan sencilla puede ser tan eficaz, aún sigo sorprendido de ello.
   Pero sin duda lo más divertido no es matar, por supuesto que lo disfruto en ocasiones, pero no hay nada comparado con despistar a la policía, con jugar con ellos. Me encargo de no dejar pruebas, para ello limpio siempre tan minuciosamente los cuerpos, pero reconozco que lo mejor que puedo hacer es obligarles a dar pasos en falso, si no recuerdo mal se encuentran enzarzados en la última que les dejé, la cual me costó bastante conseguir, pero juro por mi familia que jamás me he divertido más, sobretodo viéndoles tirarse de los pelos, quebrándose la cabeza para tratar de enlazarlo todo.
   Pero no soy un insensible, he visitado las tumbas de las víctimas, he ido a sus funerales —las que lo han tenido, porque alguna era extranjera y no tenía a nadie— para ver el daño que he podido causar, aunque sean colaterales, siguen siendo daños de todas formas. Y me enorgullece decir que, como mucho, sumando a todos los que fueron, no llegan a la veintena, y comparándolo con la cantidad que he podido salvar de su depravación, es un número ridículo.
   La que se encuentra en el suelo a mi lado no será la última, al menos de momento, quizá me tome un descanso bien merecido. 

Living is easy with eyes closed; Misunderstanding all you see

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