En Nueva York, tras coger el avión más
barato para poder tener dinero para el último taxi, no paso siquiera por mi
casa antes de ir a la otra cárcel. Parece que mi vida se ha resumido en eso:
cárceles y hospitales. Solo que esta vez no es por ningún tipo de venganza,
sino por una despedida.
Llamé por teléfono desde el aeropuerto
a Jess antes de coger el taxi. Ella me dijo en qué cárcel en concreto han
encerrado a Hood. Ahora que lo pienso, no he visto a Emma en el tiempo que he
estado en el barrio. Las veces que me he sentado con la banda a charlar me
dijeron que llevaba un tiempo indispuesta. Gracias a ellos me he enterado de
que la razón por la que le vi diferente la última vez, es porque se ha quedado
embarazada. Un descuido por parte de Hood y un ‘’accidente intencionado’’ por
parte de ella, estoy segura.
Ya en la cárcel, me permiten la visita tras rogarle un buen rato al
alguacil que me permitiese la entrada a pesar de no ser el horario adecuado. Me
guía a la habitación, igual que la de las otras en las que he estado, mientras
otro guardia va a buscar a mi amigo.
— ¡Hood!
—le abrazo con todas mis fuerzas cuando le veo entrar.
— Vaya…no
esperaba este recibimiento —me sonríe.
— Te
he echado tanto de menos —no le suelto.
— ¿Qué
haces aquí, Baby? Me encanta verte pero…
— Necesitaba
verte antes de… —me muerdo la lengua— ¿Qué has hecho?
— Ha
sido horrible. No quería hacerle daño, de verdad, pero…
— Tranquilo
—le consuelo. Si hay alguien a quien necesitaba, ese es él. Por muy mal que se
encuentre.
— ¿Te
acuerdas de Jonathan?
— ¿Le
has…
— Fue
sin querer —se defiende.
— Y
te creo. ¿Puedes contármelo? —digo con cuidado y asiente con la cabeza.
— Se
metió con Emma y fui a por él; salió corriendo y le perseguí, pero al llegar a
una azotea…le pegué y…
— Vale,
no hace falta que sigas —volvemos a abrazarnos. Me aprieta tan fuerte que tengo
que separarme—. Ten cuidado.
— ¿Qué
pasa? —sonrío al verlo preocupado.
— Estoy
bien.
— Ya,
y por eso tienes algo debajo de la camiseta. Lo he notado al abrazarte .
— No
es nada —cambio de tema—. Te sienta bien el naranja ¿Cuánto llevas aquí?
— Cuatro
meses. Todavía me quedan otros ocho. Cuando salga nos vamos de fiesta y no
volveremos a casa hasta dentro de una semana.
— Me
apunto —me río—. De todas formas no pienso pasar mucho más tiempo con mis
padres.
— ¿Qué
ha pasado? ¿Tiene algo que ver con lo que te duele?
— No
he dicho que me duela nada .
— Lo
he notado. Te cuesta sentarte y al moverte pones caras.
— ¿En
serio? Pensaba que no…
— ¿Me
vas a responder qué ha pasado con tus padres o vas a seguir esquivando el tema?
— Es
que no me gusta hablar de eso, perdona Hood.
— Ni
a mi estar aquí y me aguanto. Habla .
— Llevo
sin hablar a mi padre casi desde que me fui —digo con un suspiro—. ¿Contento?
La verdad es que para lo que me queda, me da igual .
— ¿Qué
ha hecho?
— Me
ha traicionado. Por su culpa he tenido que pasar por mucho.
— Vaya,
Baby; cada vez que te veo estás distinta.
— ¿No
me queda bien el avellana? —le sonrío tocándome el pelo.
— Sí,
claro. Pero…pareces una niña pija en vez de una de los nuestros.
— No
soy del grupo —respiro y rompo el silencio que se ha formado al cabo de un rato—.
¿Sigues saliendo con Emma?
— Por
supuesto, ella me quiere y yo a ella. En un poco de tiempo le pediré que se
case conmigo —de repente siento faltarme el aire.
— No
lo hagas. No puedes —replico.
— ¿Por
qué?
— Me
ha vendido —digo sin pensar.
— ¿Cómo?
— Donde
me fui, nadie podía saber nada de esto, nada de la banda . Así podría empezar de cero; y
a la mínima que le ofrecieron dinero, cantó como un pajarillo.
— Ella
no te vendería.
— Haz
lo que quieras, Hood. Yo te he advertido; ahora escúchame: si te caes o te hace
algo parecido, yo ya no estaré para levantarte. Me encantaría, pero no puedo.
— ¿Nos
dejas?
— Sí.
Definitivamente .
— ¿Cuándo?
— Tan
sólo me quedaba hablar contigo, así que…
— ¿Cuándo?
—insiste.
— Mañana
—antes de que mi padre llegue a casa.
— ¿Te
vas a despedir esta vez?
— Ya
lo he hecho —miento mejor de lo que pensaba—. Me quedabas tú.
— Y
PJ. Fue a buscarte a Los Ángeles como loco. Un día se presentó en la cueva
diciéndolo y lo hizo. Nunca he visto a Amber con esa cara de enfado cuando dijo
que iba a por ti, que eras tú a quien realmente quería y no sé cuantas cosas
más.
— ¿Lo
dices en serio?
— ¿Tendría
sentido mentirte? —trago saliva. De repente he empezado a marearme y tengo que
usar a la mesa como apoyo— ¿Has sabido algo de él? —me observa.
— No
sabía que estaba en la ciudad. Y como no acabamos precisamente bien…
— ¿Le
has llamado?
— Pensaba
que estaba con la pelirroja. No tendría sentido.
— Yo
por lo menos lo he intentado las veces que he podido. Y los de la banda
también. Me extraña que no te hayan dicho nada.
— No
quise oírlo. Pensé que se había ido con ella, ya que tampoco está.
— ¿Hablarías
ahora con él?
— Sí.
Las palabras de Anne me vienen a la mente: «Si no dudas la respuesta ni
un instante, es porque están absolutamente segura de lo que sientes».
— Seguro
que contesta si le llamas tú.
— No
lo estés tanto. Discutimos y me oyó hablar con… . Puede
pasar el tiempo, pero no sirve de nada
— ¿Con…?
— Alguien
que…será mejor que olvide.
— Aunque
te oyese hablar con tu novio , os vi
besaros, Baby. No puedes negar lo evidente.
— Aun
así…
— ¿Crees
que le quieres?
— Lo
comprobaría al verle —respondo al dudar.
— ¿Y
vas a hacerlo?
— No.
Llevo unos días bastante dolorosos; y pesados —añado.
— ¿El
instituto?
— Ojala.
Cambiaría lo que sea por que todos mis problemas se redujeran a eso.
— Suena
duro.
— Lo
es. Por suerte, falta muy poco para que acabe.
Esta noche lo haré. Esta noche mi padre me encontrará…
Hood intenta descifrar mi mirada decaída, sin embargo, ni se puede
imaginar lo que ronda por mi cabeza.
— Si
te quedaras con algo de mí como recuerdo, ¿qué elegirías?
— No
lo sé, Baby. ¿Por qué lo dices?
— Necesito
saberlo. Eres muy importante para mí.
— Pues
supongo que con tu fuerza. Me refiero a que, cuando todo se caía, tú llegabas y
lo levantabas sola. Aguantabas lo que te echaran con tal de demostrar que eres
mejor que el resto. Y lo eres, sin duda .
— Creo
que ese papel tendrá que hacerlo otro Te quiero, Hood. ¿Lo
recordarás?
— No
me hace falta; lo sé. Yo a ti también, enana.
Me abraza al salir y me cuesta dejarle, no obstante, se las apañará sin
mí. Él me enseñó a que la vida es un puente que debemos cruzar y dejar cuando
se nos llama.
No hay comentarios:
Publicar un comentario