Translate

miércoles, 3 de julio de 2013

Cap. 7


Anne me levanta al amanecer para poder hablar solas. PJ ya no está conmigo, quizá le haya echado antes de despertarme a mí. Preparamos un café para cada una y comenzamos a hablar.

    Apenas comes ¿verdad?

    No tengo hambre.

    Me da lo mismo, tienes que engordar mínimo cinco kilos. Ahora estás demasiado débil para hacer nada.

    Estoy bien. Puedo disparar.

    Pero no defenderte cuerpo a cuerpo. Te lo digo por tu bien.

    Lo sé mamá —me besa la frente.

    A propósito, los de arriba han dicho que necesitamos otro testimonio para poder meterle entre rejas —da un sorbo a su café.

    Yo lo haré, no tengo problemas en…

    Aparte del tuyo. Quieren el de Alexander —añade tanteando el terreno.

    Y, ¿se puede saber cómo pretenden conseguirlo? —se queda mirándome— No, eso sí que no. ¿Qué quieren que haga? ¿Ir y decir: «Hola, Alex, perdona por abandonarte y utilizarte pero ¿te importaría traicionar a tu padre?»? —hago uso de mi tono sarcástico.

    Eres la única forma de acceder a él. Y quizá si le cuentas lo que te dijo Moore…

    A saber qué porquería le habrá metido en la cabeza.

    No hay pruebas suficientes para encerrarle —suelta de sopetón.

    Venga ya. He recopilado montañas de información…

    La mayoría son conjeturas.

    ¡Pasaron de verdad!

    No podemos demostrarlo en un juicio.

    ¿Y ya está? ¿Si no lo hago se va de rositas mientras yo estoy amenazada de muerte aquí?

    Podríamos empezar a tirar del hilo, pero tardaríamos mucho en encerrarle todo el tiempo que se merece.

    Cadena perpetua. Sabemos lo que hizo con su mujer, con esa chica… y aún así…

    No hay pruebas. Es horrible, lo sé.

    No puedo hacerlo, sabes lo que supondría para mí, Anne. Y más ahora, con él aquí —señalo con la cabeza las escaleras.

    En un rato se irá.

    No del todo. Pensaba que ya no estaba, sin embargo…

    Os he visto. Me he dado cuenta de cómo os miráis, pero yo no siento la misma intensidad que había entre Alex y tú.

    En un tiempo podría ser incluso más.

    Dudo que alcances jamás tu primer amor.

    No es…PJ lo fue, no Alexander.

    No intentes negarlo. Los que os hemos visto juntos lo sabemos, se notaba demasiado que os amabais. Miradas, sonrisas, cómo intentabais tocaros… Nunca te sentirás de la misma manera. Alguien así nunca se olvida.

    Pues seré la primera.

    Por tu bien, espero que así sea. Parece que te gustan los mayores —bromea.

    Alexander iba a mi clase —replico.

    ¿No lo sabías? Empezó dos años después el colegio por “motivos familiares”.

    ¿Por qué soy siempre la pequeña? —que sea mayor que yo explica varias cosas.

Ahora sé la razón de su experiencia con mujeres, y de su madurez. También me hace comprender lo mucho que me quiere o quería al haberme sabido esperar y no presionarme.

    Eres muy dulce, por eso todos intentan protegerte —añade un poco después.

    ¿Dulce? Creo que te has equivocado de adjetivo.

    Sé perfectamente lo que digo. No niegues lo que tuviste con ese chico, fue amor de verdad. Y lo sigue siendo, sin lugar a dudas.

    Patrick también me quiere.

    No he oído que tú también —me paro a pensarlo.

    Yo le quiero.

    Ya es tarde. Has tenido que pensarlo. Si cuando te preguntan si quieres a una persona dudas, sea la respuesta que sea, es un no. No te engañes y déjale ir.

    Eso intento, pero no quiere aprender a volar.

    Pues habrá que tirarle del nido.

    Puedo hacerlo solo.

PJ entra en la cocina y dirigimos la mirada a él inmediatamente. No nos hemos dado cuenta de que estaba hasta que ha hablado. Salgo corriendo para perseguirle y le detengo en la puerta.

    Suéltame. ¿No querías que me fuera?

    No saques las cosas de contexto —cierro la puerta.

    Has dicho que tengo que irme; después de lo que pasó estos días atrás.

    Lo hago por tu bien, porque te quiero.

    No, no me quieres. Yo soy un sustituto a ese tal Alex.

    Por favor…—los recuerdos afloran en forma de lágrimas—espera a que te ponga a salvo  por lo menos. No soportaría que te pasara nada malo.

    ¿A mí o al otro? —me reprocha. No se compadece de mí ni viéndome llorar.

    A ninguno. ¿Crees que si no hubiera sentido nada por ti te habría dejado estar conmigo? Porque he cambiado, pero aún tengo mis principios. Prefiero llorar sola a buscar un sustituto a alguien. Y si no recuerdo mal, tú sí lo hiciste. ¿O ya no te acuerdas de Amber?

    No tienes derecho a decir eso. Yo te echaba de menos.

    Y buscaste a alguien que te consolara por las noches ¿no? ¿Tienes idea de lo que dolió verte con ella? ¿Ver cómo te besaba, te tocaba… y tú no hacías nada por impedirlo aunque yo estuviese delante?

    ¡Tenía que seguir adelante! ¿Pretendes que te llorase durante el tiempo que estabas fuera?

    No eso, pero sí respetarme al menos un poco. Esperar a ver si volvía ¡o cogerme el teléfono! Si hubieras sido un hombre me habrías dicho lo de ayer antes de irme.

    ¿Habría cambiado algo?

    Posiblemente. ¡Ahora tendría una razón por la que volver y no huir! —a pesar de los gritos Anne no se mueve de la cocina.

    ¿Me estás diciendo que huyes de mí?

    Sí. Huyo de lo que podríamos haber sido y nunca conseguiremos.

    Aún podem…

    ¡Porque estoy enamorada de otro! —continúo— No me digas que lo superaré porque no creo que pueda olvidarlo en mucho tiempo. Y lo peor de todo es, que intento quererte como al principio, como antes de irme, pero en cuanto más empeño pongo más imposible e inalcanzable se vuelve.
»Ojala te sientas alguna vez como yo lo hacía cuando estaba a su lado, porque es la sensación más maravillosa del mundo. Ahora, si quieres irte, adelante; yo ya no pienso detenerte más.

Abro la puerta y me voy al amparo de mi madre en la cocina. Me abraza directamente y me la quito de encima nada más aceptarlo para terminarme el café. Oigo la puerta cerrarse y cómo se acercan unos pasos. Cuando empieza a hablar me levanto y voy a mi habitación, seguida por su mirada. Aun así, me llega algo de la conversación.

    Rubia, perdona…

    Déjala. No te va a escuchar por mucho que se lo repitas.

    Tengo que hablar con ella —replica.

    Si la sigues será peor, hazme caso.

    No entiende que…

Empiezo a preparar la maleta y a sacar el dinero que tengo escondido. Lo cuento antes de volver a revisar los horarios de los autobuses: en total, son dos mil dólares. Lo suficiente para sobrevivir un tiempo, creo. El siguiente autobús sale en una hora —las nueve— y tenemos treinta minutos de viaje. El trayecto será de unos tres días. Me pongo un pantalón largo negro y una blusa azul claro —por supuesto, todo entallado— antes de bajar. Sigo oyendo sus voces, algo más bajas que antes.

    Tenemos cuarenta y cinco minutos antes de que salga el autobús —informo al llegar.

    Gracias, Alice. Tan sólo quería conocerle un poco. En un momento estaremos listos.

    Más os vale. Hay…

    Media hora de viaje —me interrumpe Anne—. Entendido.

Me sonríe amistosamente e ignoro a PJ al hablarme de nuevo. Anne le dice lo mismo que antes y lo agradezco, pues yo no se lo diría con tanta paciencia. Ya me la ha agotado. Vuelve con una camisa negra que le queda algo ancha. A pesar de ello, le queda realmente bien —le resalta el pelo rubio.

    Cuando quieras nos vamos —intenta acercase a mí.

    Ahora —cojo las llaves y salgo tapándome la cara hasta el coche.

Anne conduce y le dejo el asiento del copiloto, sin embargo, se sienta conmigo atrás. No para de mirarme y tampoco giro la cara de la ventanilla tintada. Intenta iniciar conversación en varias ocasiones, pero no estoy dispuesta a enfrentarme a él después de lo que le dije. No entiendo por qué sigue intentándolo. Aparcamos lo más cerca posible y le doy la cartera con dinero a Anne.

    Dásela. Dile que hay dos de los grandes y que mande un fax a este número cuando llegue sin remitente.

    Es tu…como quieras llamarlo. Para pasar página…

    Ya, pero no quiero. Hazme este favor, mamá.

    Si eres capaz de aceptarlo en tu cama, tienes que hacer esto.

    No pasó nada.

    Lo sé. Igual que lo intentaste y que salió mal.

    ¿Te lo ha contado?

    No hace falta. Ve —me da un ligero empujón.

    Patrick… —digo con un hilo de voz y mirando al suelo.

    Rubia, perdona lo que te dije. No te merecías…

    Toma —le tiendo el dinero—.Dentro hay instrucciones para cuando llegues. Si te preguntan por mi diles que no me has visto —asiente y me retiene al intentar irme—. Mira, quiero que sepas que te agradezco todo lo que has hecho por mí. Eres estupendo; seguro que encuentras a alguien que te merezca de verdad, porque está claro que yo no— no sé el qué, pero hay algo que me retiene a su lado.

    ¿Podré llamarte? Me sentaría mal no felicitarte por tu cumpleaños.

Tiene tanto que decir que las palabras se le agolpan en la garganta y no puede hablar. Sé cómo se siente, yo he pasado antes por lo mismo y no quiero que le hagan daño. Conseguimos deshacer el nudo de nuestras gargantas.

    Hazlo si quieres, de todas formas no voy a contestar. Y no te preocupes por lo último; ya lo has hecho antes.

Ni siquiera sé por qué voy a hacerlo, pero hay algo que me grita que debo hacerlo. Le doy un ligero beso antes de irme y no nos vamos hasta ver a su autobús marcharse.

 

 

Modifican la señal de teléfono para que parezca que la llamada proviene de Francia antes de ponerme en contacto con él. Como siempre hacía, le mando un mensaje por Internet y en un par de minutos el móvil suena. Me ha costado todo el día dar el paso y ahora que lo he dado, estar rodeada de gente tampoco ayuda a tener una conversación privada.

    Alice, ¿se puede saber dónde te has metido? Llevo llamándote semanas y tú…

    Alex, escúchame —le corto—. Tu padre me amenazó con matarme si no te dejaba. No he tenido más remedio que volver a Marsella. Necesito que lo denuncies y... es posible que no me creas, pero te estoy diciendo la verdad.

    ¿Estás loca? Mi padre jamás haría eso.

    Es la única forma de estar juntos. Si te vuelvo a ver...

    ¿Por qué haces esto? No voy a traicionarle.

    ¿Prefieres que yo esté muerta a él entre rejas?

    No va a pasar nada de eso porque estás mintiendo. Todo este tiempo me has utilizado, en realidad no me...

    Ni se te ocurra decir eso. Préstame atención porque nada mas decirlo voy a colgar. En la vida repetirás lo que hemos vivido, al menos no tan intensamente ni con tanta sinceridad. Y juro que no mentía cuando te dije todas esas veces que te quiero, igual que no te estoy mintiendo ahora. Jamás encontrarás a alguien que te quiera como yo lo he hecho. Como sigo haciéndolo.

Cumplo mi promesa y tiro el teléfono contra la pared de enfrente ante la mirada atónita del resto de la comisaría. No hago caso de los que intentan retenerme y salgo a toda velocidad. El enfado me nubla el entendimiento y ando por la calle, a pesar de lo que pudiera ocurrir; no me doy cuenta de que alguien me seguía hasta que me pone un trapo en la cara y siento a mis piernas fallar y dejarme caer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario