Me encantaría ver a Lily por
si acaso consiguen lo que se proponen, mas temo por ella, pues es posible que
haya algún topo.
A pesar de que Alex me mira con
el mismo cariño que siempre, sigo teniendo miedo de estar sin él, porque delate
suya no harán nada. Su cumpleaños se acerca a pasos de gigante y no he comprado
nada ni tampoco tengo alguna idea.
Estoy en el despacho de Moore,
esperándolo aterrorizada. Intento calmarme mirando el cuadro de la pared,
jugueteo con mis manos, porque por primera vez no me han dejado quedarme el
móvil y me han cacheado rudamente; por supuesto he tenido que reprimir los
gestos de dolor que peleaban por salir junto a los gemidos correspondientes.
—
Has venido pronto.
—
Soy puntual —toma asiento—. ¿Quería algo? Normalmente
no nos reunimos los días de diario.
—
Hablar con mi nuera —intenta sonreír, aunque todo lo
que le sale es una mueca desagradable—. Al parecer vais enserio mi hijo y tú
¿no?
—
Eso parece, señor.
—
¿Le quieres?
—
Ya se lo dije una vez.
—
Pero eso fue hace tiempo. Quiero saber lo de ahora.
—
Sí le quiero, señor.
—
Esperaba esa respuesta. Comprendo vuestras miradas
y…bah, déjalo. ¿Has visto últimamente a alguno de mis hombres por tu zona?
—
No, señor. ¿Por qué lo dice? —«aguanta, Alice. Sólo un
poco más».
—
Ha desaparecido. Si sabes algo, me lo dices.
—
Por supuesto, señor.
—
No era una pregunta.
—
Lo sé —respondo en el mismo tono serio y severo.
—
Te haré una oferta.
—
Usted dice.
—
Te ofrezco salir bien de aquí a cambio de que dejes a
mi hijo.
—
¿Cómo dice?
—
Me has oído perfectamente. Rompe vuestra relación. Haz
que le duela para que no quiera volver. Si en verdad le quieres lo harás —se
levanta y se sirve una copa de whisky—. Una vez leí que el amor nos fortalece,
y no puedo estar más contrariado. Nos proporciona un punto débil; un lugar
donde poder atacarnos libremente que dejamos expuesto a la vista de todos.
—
¿Quiere decir que yo soy su punto débil?
—
Todos tienen uno. También lo hago por ti, chiquilla. Si
tú no estás, si desapareces de la ciudad a partir de mañana, seréis mucho más
fuertes.
—
¿Pretende que lo deje a falta de dos días de su
cumpleaños?
—
Exacto —da un largo trago.
—
No lo haré —se carcajea ante mi respuesta.
—
Sí lo harás. A no ser que quieras acabar mal; en una
zanja, por ejemplo. O en el fondo de un río, al más puro estilo gángster
—vuelve a reírse.
—
¿Me está amenazando?
—
Advirtiendo, más bien.
—
Déme más tiempo. Necesito…
—
Tienes una semana para desaparecer por completo. De lo
contrario las advertencias pasarán a promesas. ¿Entendido?
—
Dos semanas. Y me encargaré de que no quiera volver a
verme.
—
Soy un hombre blando —se resigna—. Está bien. Supera
ese tiempo y…
—
Lo he captado, señor.
—
Bien… Recuerda este acto de solidaridad, en otra
ocasión te habría matado, te has salvado porque me caíste bien. Ahora vete,
tengo cosas que hacer.
—
Gracias —digo a regañadientes—. Lo haré.
Salgo y me llevan de vuelta a
mi casa. Aprovechan que no está Alex para tratarme con brusquedad y fuerza
excesiva.
Comparto el caso con mis padres
y llego a la conclusión de continuar como si nada. No lo aprueban, sin embargo
tampoco pueden hacerme cambiar de opinión.
Todos estos acontecimientos me
han hecho pensar hasta quitarme el sueño, motivo por el cual en los dos días
siguientes no fui al instituto, a pesar de que el viernes uno de mayo es el
cumpleaños de mi querido novio. Lo he preparado todo para hoy. Tiene que ser
bonito y especial para ambos; y de lo que estoy segura es que el regalo le
encantará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario