Capítulo 18
—
Mira qué monada —me acerco y lo cojo—. Me
encantan los peluches, y si son de lobo más. Es un poco raro, pero es mi animal
favorito ¿lo sabías?
—
Me vuelves loco.
—
¿Por lo de los peluches? ¿O lo del lobo?
—
¿Peluches? ¿De qué estas hablando? —parece que sale de
un sueño.
—
¿De qué estás hablando tú?
—
Yo de lo de ayer. Y por lo que veo tú no le das
importancia.
—
Salió bien, ya está. Ahora ayúdame a elegir uno —suelto
el peluche.
—
Fue muy raro. No me habías dicho que te gustara el arte.
Y tampoco esperaba que dijeses eso —insiste y suspiro.
—
No le di importancia —continúo mirando los juguetes—.
¿Crees que este le gustará?
—
Pues sí la tiene. Podríamos haber ido a cualquier sitio
a ver cuadros o lo que te guste.
—
Si te soy sincera, aún no he visto nada de Los Ángeles
que no sean hospitales, el colegio o mi calle —comento distraídamente—. ¿La
dejarán tener juguetes en el hospital?
—
¿No has ido al muelle?
—
¿Me estás escuchando? Tenemos que coger el regalo para
Lily y tú solo hablas de lo mismo —le encaro.
—
Lo siento, pero no puedo quitármelo de la cabeza. ¿Cómo
se te ocurrió decir eso?
—
Fui sincera —me defiendo—. No creo que tu padre lleve
bien lo de mentir.
—
Ahí tienes razón pero… ¿tanto?
—
Fue lo que me salió. Ah, y de nada por defenderte.
—
Podía hacerlo yo.
—
Ya veo… No te voy a tomar en cuenta que me enseñases
como un objeto delante suyo porque…yo qué sé porqué.
—
Me quieres.
—
No qué va —me giro y hago como si no estuviera.
—
Ahora no lo niegues. ¿Lo dijiste en frente de mi padre
y cuando estamos solos no? Sabes que haría lo que fuera por ti, porque yo sí
que te… —no lo dejo continuar y cierro los ojos con fuerza. Me giro rápidamente
y le callo con un largo beso. Algo en mi interior se siente terriblemente
culpable— Y supongo que seguirás diciendo que no.
—
Eres…un entretenimiento —me alejo contoneándome por el
pasillo, pensando cómo va a reaccionar.
—
No te creo —me susurra al oído al agarrarme por la
cintura—. Sé que me quieres y conseguiré que lo digas.
—
¿Nunca te han dicho lo pesado que puedes llegar a ser?
—me giro. Estamos en medio del pasillo, ante la vista de niños con sus padres.
Alguno se detiene a mirarnos
cuando me besa, incluso nos regañan.
—
Qué vergüenza…
—
Hay niños ¡Por Dios!
—
Debería daros vergüenza….
A pesar de esto, cuando lo veo
suficiente, me separo, aunque él no lo ve así. Me abraza con más fuerza e
intenta seguir sin conseguirlo.
—
¿Podrías concentrarte en buscar un regalo a mi hermana?
Recuerda que es a lo que hemos venido.
—
Va a ser difícil… —me mira de arriba abajo.
—
Pues si no me ayudas, te vas.
—
¡No tengo forma de volver! —protesta.
—
Coge el bus. Seguro que hay una parada cerca. O incluso
de metro —sugiero.
—
No eres capaz.
—
Ponme a prueba —vuelvo a la tarea de antes. Se acerca
de nuevo a mí.
—
A cambio de un beso.
—
¿Sabes el significado de ‘voluntario’?
—
No muy bien —me agarra de las caderas.
—
Se nota —me separo—. Tienes dos opciones: irte, me da
igual cómo porque conmigo no vuelves, eso tenlo claro; o quedarte y ayudar
comportándote como un niño bueno con el propósito de ayudar a una niña y no el
de llevarme a la cama. Elige.
—
No había pensado lo último…, bueno, al menos no
aquí…quiero decir, es una juguetería, hay niños…
—
Pues sigue así. ¿Te quedas o te vas?
—
También hay baños…y seguro que sólo se usa el
familiar…—reflexiona en voz alta— Y está el coche…
—
Ni lo sueñes. Mi coche no se toca.
—
¿Así que en los baños sí? —por fin me presta atención.
—
¿En serio hace falta que te responda?
—
Mejor no lo hagas —se retracta volviendo al mundo
real—. Me quedo.
—
Bien… ¿Cómo se te ha podido siquiera pasar por la
cabeza que lo haría?
—
Por soñar no se pierde nada —se encoge de hombros.
—
Pues sigue soñando así y no volverás a decir esa frase
en tu vida.
—
¿Me estás amenazando?
—
Advirtiendo, más bien —le sonrío amistosamente.
—
¿Te acuerdas que te he dicho que me vuelves loco? Pues
lo mantengo. Y en todos los sentidos posibles de la frase.
—
Deja de hacerme la pelota. No lo vas a conseguir.
—
Mujer de poca fe —me río y empezamos a buscar algo que
la guste.
Después de pasar toda la tarde
buscando al final encontramos algo que nos gusta. Compramos varias cosas: de mi
parte, un peluche de un cachorro de lobo a tamaño real; de la de Alex, después
de negarme a que la regale un caballo real, opta por uno con forma de balancín
y de parte de ambos, varios puzzles para hacerlos juntos. Curiosamente son
regalos austeros, no quiero mal acostumbrarla al dinero, pues es posible que
cuando todo acabe me la lleve y no podamos disfrutar de las mismas comodidades.
Su cumpleaños pasa más discreto
de lo que pensaba, pasamos el día los tres juntos, procurando que no se acuerde
de sus progenitores con mucho esfuerzo, pero al final del día, ella saca el
tema y nos vemos incapaces de disipar sus dudas.
—
Al, ¿has hablado con mi papá? —Alex y yo nos miramos y
él la sujeta mejor en su regazo.
—
¿Por qué lo dices? —se encoje de hombros.
—
A lo mejor se enfada por no decirle nada. De que estoy
mala.
—
¿Se portaba bien contigo? —interviene Alex al ver mi
cara de desprecio.
—
Sí, conmigo sí. Pero era malo con Fred y David. Y con
mi mamá…
—
Lily, está en cárcel —hago uso de mi tono severo—.
Tiene lo que se merece —escupo.
—
Pero le echo de menos…
—
Pues no deberías.
—
Lo que quiere decir tu hermana—intenta suavizarlo
Alex—, es que ha hecho cosas malas y ahora debe cumplir condena en la cárcel.
—
¿Puedo ir a verle? —me pregunta con tiento.
—
No —me levanto y me quedo de pie en la otra punta de la
habitación.
—
¿Me llevas tú? —se dirige a Alex después de mirarme.
—
Mira, ha intentado hacerte daño y es normal que Alice
te proteja. Eres lo que más quiere.
—
¿Más que a ti?
—
Mucho más. Nunca dudes eso, aunque ella esté mal o no
te deje hacer cosas, lo hace por tu bien y porque considera que es lo mejor. Y
por lo que sé, nunca te ha fallado. Es tu familia, Lily; y a la familia se la
cuida. Tu padre no lo hizo.
—
Mi mamá sí. Me gustaría que pudiera conoceros —se hace
el silencio ante sus lágrimas. Alex me mira pidiendo ayuda, pero no le presto
atención.
Es tontería decir que está en
un lugar mejor y todas esas patrañas que la religión asegura, pues es ese Dios
el que permite que pasen tantas tragedias, haya guerra, niños mueran por un
simple resfriado o que Lily, después de todo lo que ha pasado, tenga que seguir
lidiando con el dolor. Intentamos animarla diciendo que se pondrá bien, pero
todos somos conscientes de las pocas probabilidades que existen. Sé que debemos
tener esperanza pero no encuentro de dónde sacarla, ni tampoco la fuerza. Ella
es mucho más lista que todo eso.
—
Yo…mi madre me abandonó —Alex rompe el silencio—. Nos
dejó a mi padre y a mí.
—
¿Por qué?
—
No lo sé. Recuerdo que era pequeño, unos dos años o
así, y ella vino a darme un beso de buenas noches con mi padre. Al día
siguiente no estaba. La busqué durante bastante tiempo, hasta que mi padre me
dijo que nos había abandonado. Yo creía que estaba de viaje, al menos es lo que
todos me respondían cuando preguntaba —la angustia en su voz hace que vuelva y
los tres nos fundamos en un abrazo. Dejo el móvil, aún grabando, en el suelo
boca abajo.
—
Perdóname Lily, no debería haberte hablado así —vuelvo
a abrazarla y la dejo en la cama.
Alex continúa cabizbajo y
cogidos de la mano, le saco de la habitación. Le levanto la barbilla y caen
algunas lágrimas.
—
No llores. Mírame, quiero que sepas que eres la mejor
persona que he conocido y tendré oportunidad de conocer. Sigo pensando que no
te merezco y que te mereces todo por
soportarme. Eres lo que me mantiene de pie, incluso ahora, cuando todo está mal
vienes y con un beso lo arreglas todo. No sé cómo lo consigues, ni tampoco sé
cómo decir lo que siento cuando te miro. Y la razón por la que no te digo que
te quiero es porque se eso se queda corto —rompe a llorar y me abraza como un
niño pequeño. Nadie dice nada.
—
Lo siento…lo siento tanto… —solloza.
—
Te he dicho que no llores —intento sonreírle. Esta
visión de él me rompe el corazón como no pensé que sucedería jamás—.Voy a poner
una regla a partir de ahora y vas a tener que respetarla: nada de lágrimas.
Prefiero mil veces que me insultes, que discutamos; a esto ¿entendido? —levanta
la cabeza y nos miramos a los ojos, creando de nuevo esa conexión especial
entre los dos— Te quiero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario