Translate

miércoles, 15 de mayo de 2013

Cap 9


    Encantado, señor Du’Fromagge. Admiro mucho su trabajo.

    Igualmente… Cariño, ¿cómo has dicho que se llamaba?

    Alex, papá.

    Alexandre, señor.

    ¿No tienes apellido?

    Amm…Moore.

    Interesante, si no me equivoco viene es inglés o irlandés, depende de quién lo diga —se ríe entre dientes.

    Sí, señor. Y a su vez de una antigua palabra francesa: Maur.

    Muy bien —le aprieta la mano y Alex sonríe, aunque sé que le está haciendo daño.

    Fraques, querido, lo estás lastimando. Soy Anette, un placer —se presenta.

    El placer es mío. Debo decirle que sus diseños son preciosos.

    Lo estás diciendo porque soy su madre —me señala—, en realidad no sabes nada de moda —sonríe con picardía—, pero te agradezco el gesto.

    Papa, nous avons à partir. (Papá, tenemos que irnos)

    D’accord. ¿Dónde la vas a llevar chaval?

    Vamos a dar una vuelta por el barrio ¿no? —me mira y le doy la razón asintiendo.

    Muy bien, à bientôt mon fille —. nos despedimos y Alex mantiene las distancias hasta que entramos en el coche que nos está esperando.

    No ha sido tan malo —dice al fin.

    Mi padre casi te rompe la mano.

    Eso es que le caigo bien.

    Supongo. Si no, lo hubiera hecho de verdad —nos reímos—. Gracias por mirar lo de mi madre. Ha sido un detalle muy…

    ¿Romántico?

    Considerado —corrijo.

    Si para verte sonreír así tengo que estudiarme su biografía entera, lo haré —. Le miro un instante y giro la cabeza hacia la ventanilla. Su mano se posa en mi muslo y se acerca poco a poco. Cierro los ojos y retengo a la fuerza las lágrimas de culpa e incertidumbre— ¿Pasa algo? —digo que no con la cabeza y me deshago de él suavemente— No llores, por favor —me coge la barbilla y se acerca a besarme. Vuelvo a esquivarle.

    No… 

    Lo siento. ¿Me lo vas a contar?

    Más tarde. Mejor otro día, ¿te importa?

    Mientras que tú estés bien, para nada —me siento horrible.

Pasamos la tarde en un parque, donde él me explica cada cosa como un guía turístico. Cenamos unos perritos calientes y nos vamos al club. Entramos esquivando a la gente para que no nos vean —me parece que a partir de ahora mi vida se va a centrar en esto. Pedimos una botella de tequila y nos sentamos en un reservado para estar tranquilos.

    ¿Puedes contármelo ahora?

    No te va a gustar.

    ¿Te han hecho daño? Si es eso, no pasa nada. Te juro que lo pagará con… —le pongo un dedo en los labios para callarlo.

    No ha sido eso. Y antes de que te diga nada, debes saber que llevo un año sin sentirme tan bien como cuando estoy contigo —que alguien me diga que esas palabras no acaban de salir de mi boca. Y que ya de paso me despierte de este sueño…o pesadilla. Lo que sea esto.

    Me estás asustando. Sea lo que sea, dilo. No puede ser malo saliendo de ti —así no puedo, pensaba que mejoraría con el tiempo pero…

    ¿Te acuerdas al principio, que me decías que el me había hecho daño era un idiota?

    Cómo olvidarle. Por su culpa ni siquiera te planteas estar conmigo —si supiese la verdad…—. ¿Le has visto?

    Y no sólo eso.

    ¿Te hizo algo?

    Nada malo…creo. No lo sé, sigo muy confusa y…

    Suéltalo —lleno los pulmones y hago caso como puedo.

    Me besó.

    ¿Te besó? —no se lo cree. No sabe nada de la historia, pero me ha visto pasarlo mal y eso a él le basta.

    Bueno…nos besamos.

    ¿Tú accediste?

    Me pilló de improviso —consigo defenderme.

    Pues dime cómo contactar con él, porque por más que lo intento nunca puedo. Siempre vas un paso por delante —lleno los pequeños vasos y me bebo el mío sin los preámbulos tradicionales. Se levanta y anda por la pequeña sala— ¿Por qué me enfado? No entiendo nada.

    Lo siento. Yo no quería, pero había esperado tanto y…no pude.

    No me refiero a eso. Bueno, en parte también —me mira a los ojos—. Lo que no entiendo es lo que siento ahora.

    ¿Estás enfadado?

    Sí y no a la vez. Me pone furioso pensar que hayas estado con otro, me entran ganas de cogerle y… Pero luego te miro y quiero pensar que no es nada, que se ha quedado en el pasado.

    Ya estaba —hace como si no me hubiese oído, pero cierra los ojos un momento, organizando sus pensamientos y emociones.

    Y que yo soy tu presente —dice al sentarse a mi lado y después de beberse su copa y llenar ambas de nuevo. Fija la mirada en mis ojos, pero me aparto sin decir nada.

En las horas siguientes sólo me acuerdo de que conseguí contarle lo que pasó con PJ, teniendo cuidado de los detalles, por supuesto; dejamos la botella por la mitad y definitivamente mi plan estaba saliendo mal, hasta que empecé a sustituir mi copa por agua con una botella que había traído. En un momento de lucidez empiezo a pensar para lo que he venido aquí en realidad.

    ­­Vamos a jugar a un juego —propongo.

    Vale, yo me sé uno —mete la mano por mi camisa y le aparto.

    No, ese no. Cada uno tiene tres preguntas para el otro y hay que contestarlas.

    ¿Y si no quiero?

    Pues te quedas sin recompensa.

    ¿Qué tipo de recompensa? —sonríe interesado.

    Ya verás —guiño un ojo y me aparto.

    ¿Dónde vas? —se incorpora.

    Al baño. Ahora vuelvo —sin embargo, salgo a la entrada— ¿Qué hay, Jack? ¿Tienes lo mío?

    Por supuesto —contesta el portero y saca de la chaqueta una pequeña caja que me ofrece.

    Gracias. Por las molestias —le doy un billete de cien dólares y se lo guarda.

    Mi boca está sellada.

    Así me gusta —saco el pinganillo y lo pruebo antes de entrar—. ¿Estáis ahí?

    Muy bien. Infórmanos de cada movimiento —habla Frank tras unos momentos de duda.

    Lo sé. Voy por la mitad. Recordad, no me habléis a nos que os lo pida.

    Hecho. ¿Por dónde vas?

    Se me ha hecho eterno —responde Alex al entrar.

    ¿Tanto me echabas de menos? —ambos reímos y me siento con él.

    Yo empiezo.

    Bueno…

    Vale, a ver…vale ya la tengo —bebe y me mira—. No vale mentir —asiento—. ¿Eres virgen? —me entra un ataque de tos repentino y aprovecho para consultar con “la otra línea”; que me da respuestas contrarias.

    Sí —hago caso de Anne: ser sincera.

    ¿En serio?

    ¿Tan difícil es de creer?

    Pues un poco. No sé, como vas diciendo que eres superior y todo eso…

    ¿Acaso no lo soy? Tan solo espero al momento y persona oportunos. Sin embargo el resto, buscan hacerlo y ya está.

    Mirándolo así… —reflexiona— ¿Y lo has encontrado?

    ¿Es tu segunda pregunta? —se lo piensa y asiente— Lo encontré. Pero pasaron cosas y despareció.

    ¿Y yo?

    ¿A qué te refieres?

    ¿Qué piensas sobre mí? ¿Puedo ser su suplente?

    Dicho así queda horrible —intento respirar y relajarme.

    Es mi tercera pregunta —de repente parece mucho más lúcido que antes.

    ¿Cuál de las dos?

    La segunda. Dímelo, por favor; porque parecería un estúpido intentándolo si es un no —respiro hondo y bebo agua de una botella de la mesa.

    No lo sé, la verdad. Es que sois tan…diferentes. Cada uno es de una manera que hace…

    ¿Qué? —me coge de la mano y me suelto al instante.

    Nada —fuerzo una sonrisa.

    No me has contestado a la pregunta.

    Sí, te he dicho que no lo sé.

    Eso no me vale.

    Pues tendrás que conformarte, porque no tengo otra. No sé lo que siento, ni lo que pienso, ni quién soy —sentencio y me alejo.

    Tranquila —me calma cogiéndome de los hombros y clavando sus ojos azules en los míos— Lo siento ¿vale? No debería haber dicho eso.

    No…no te disculpes. He sido yo, no debería haber empezado esto… —me siento de nuevo y respiro poco a poco, con la cabeza apoyada en su pecho.

La borrachera parece que se nos ha pasado de golpe. Esto es una locura, no me tendrían que haber dejado hacer esto, aún no puedo, ya le conozco, tendría que haber sabido lo que me iba a preguntar y sin embargo… sigo aquí, tan confusa como en el primer día, incluso más. Consigo tranquilizarme gracias al rítmico movimiento de su fuerte pecho pegado a mi espalda y a sus suaves caricias que me proporciona en el brazo, formando letras o simplemente figuras con la yema de los dedos.

    Si haces esto todos los días, te aseguro que lo reemplazarías con creces —le sonrío y él me responde besándome la frente.

    Creo que te tocaba preguntar.

    No quiero jugar a eso más. Sólo sirve para hacer daño.

    ¿Entonces por qué lo has propuesto?

    Alcohol —respondo y nos reímos. Me abraza con más fuerza.

    No sería justo. Tienes que tener tus preguntas, yo he tenido las mías.

    Prefiero tenerte a ti —cierro los ojos. No quiero que haga lo que va a hacer.

    Se está haciendo tarde. Será mejor que nos vayamos o tu padre no te dejará salir conmigo. De fiesta —aclara apurado.

    Creo que lleva siendo tarde desde hace tiempo —bromeo.

    De todas formas —se levanta, se pone la chaqueta y el abrigo y me tiende a mí lo mío—. Se me olvidaba… —saca del bolsillo interior del abrigo una cajita como la que me dio Jack.

    ¿Qué es?

    Míralo —me lo tiende y sonríe. Lo abro y son unos preciosos pendientes con un zafiro (o al menos lo parece).

    Vaya…es… ¿real?

    Más le vale —sonríe orgulloso—. ¿Te gusta?

    Son…preciosos —no tengo palabras. Cuelgan un par de centímetros en una fina línea plateada, que desemboca en los dos pequeños zafiros simulando, a mi parecer, lágrimas —. Muchas gracias —no lo puedo evitar y nos abrazamos.

No decimos nada en el trayecto en taxi hasta mi casa, que ha insistido en pagar él. Al bajar para despedirnos estamos más incómodos que antes, incluso.

    Bueno, pues…Nos vemos en unos días ¿no?

    Claro, sí —me alejo pero me retiene por la muñeca.

    Gracias por esta noche, ha sido fantástica, de verdad.

    Gracias a ti por todo. Te mereces lo mejor —y está claro que ni soy yo, ni puedo dárselo. Me voy definitivamente y oigo a lo lejos.

    Recuerda que te debo las preguntas —ese detalle no provoca otra cosa que me derrumbe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario