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miércoles, 8 de mayo de 2013

Cap 8.2 (Parte 2)


Vuelvo al presente, el pasado me apuñala lenta y dolorosamente. Parece que Big Joe me ha visto y avisa a PJ que alza la vista. Yo, sin embargo la bajo e intento que no me vea; pero es tarde, viene hacia mí con paso tranquilo. Miro a otro lado pero sigue viniendo.

    ¿Qué hacías mirándonos? —no respondo— Te estoy hablando. No te voy a hacer nada tan sólo dímelo —me llevo la mano a la frente y sonrío. Ni siquiera sé por qué. Abro los ojos y los clavo en los suyos. Su cara de desconcierto es única — ¿Alice? Vaya, esto es inc…

El sonido de mi teléfono interrumpe. Número desconocido. Me levanto y lo cojo.

    ¿Diga?

    Me encanta oír tu voz. Aunque prefiero verte, la verdad. ¿Te lo había dicho antes?

    ¡Hola cariño! ¿Qué tal las navidades?

    Vale, esto es muy raro. ¿Qué te pasa?

    Yo también te quiero. Eres tan dulce —me encanta la cara de PJ en este momento.

    Creo que te has confundido. Soy Alex, ya sabes, el estúpido y vanidoso que solo piensa en sí mismo.

    Claro que no, tonto —pongo una voz muy dulce.

    Vale, estás ocupada ¿no? Te llamo en cinco minutos.

    Gracias, será mejor. Yo también te quiero —cuelgo y emprendo el camino de vuelta a casa.

    Alice. ¿No vas a saludar?

    Ya no soy de vosotros.

    Pero sí nuestra amiga.

    Su amiga —me alcanza—. Y prefiero no decirles nada.

    ¿Cuándo te vas?

    Mañana.

    Tengo tu chaqueta, si me esperas puedo…

    Quédatela —le oigo suspirar.

    ¿Con quién hablabas? ¿Tienes novio?

    ¿Desde cuando eres mi niñera? Será mejor que vuelvas, nos están empezando a seguir —se gira y lo corrobora.

    ¿Cómo lo has sabido?

    Vete.

    ¿Y qué les digo? ¿Que la amiga que estuvieron a punto de ver morir ha estado y no quería decirles ni siquiera hola?

    Miente. Se te da muy bien, tranquilo. Y no fue para tanto.

    Te apuñalaron. Yo mismo te llevé al hospital en brazos.

    Fue en el hombro, no estuve apunto de morir; así que no dramatices.

    Da igual, nos asustamos. Te dije que no lucharas, que lo haría yo pero tú seguías insistiendo y llegó un momento que no pude hacer nada porque luego…

    Cállate —me paro frente a él—. Sabías perfectamente que no daría mi brazo a torcer. ¿Qué ibas a decir? ¿Qué querías ayudarme? Pues podrías haberlo hecho, pero no como piensas, estúpido —ando aún más rápido.

    Entonces dímelo. Dime cómo puedo ayudarte y lo haré.

    Es tarde.

    Aun así.

    Bastaban sólo dos palabras, PJ. No era tan difícil.

    ¿Y ahora? —me agarra del brazo.

    No me hagas repetirlo —el grupo está a apenas unos metros y no me deja irme.

    Me da igual —sentencia y en un abrir y cerrar de ojos pega sus labios a los míos.

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